Las mujeres pueden contar innumerables historias sobre hombres que fracasaron al coquetear con ellas, por decir las mismas frases vergonzosas de siempre o por darles atención no deseada. A esta altura, muchas de las frases para ligar se han convertido en bromas, y uno nunca sabe cómo responder a ellas.
Pero, después de todo, los humanos son ocurrentes y las mujeres se han reunido para rememorar los flirteos que han funcionado con ellas. El usuario de Reddit hungary70 preguntó: “Chicas de Reddit, ¿cuál es el mejor flirteo que alguien utilizó con ustedes?”. Cerca de 10.000 personas respondieron. Bored Panda seleccionó las mejores respuestas y armó esta lista para entretenerlos.
No olviden votar por las técnicas que harían que se enamoren, y compartan sus experiencias en los comentarios.
Todas las fotografías usadas en este artículo son ilustrativas, y no son fotos reales a menos que se indique lo contrario en los créditos.
Más información en: Reddit
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Empecé a salir con el lobo solitario de mi universidad, y me sorprendió mucho lo terrible que era para flirtear. Más aun, él no hablaba mi lengua materna, no era de mi ciudad y mis padres no hubiesen aprobado nuestra relación.
Cuando dije que no quería ilusionarlo, me respondió que debíamos hacer nuestro mejor esfuerzo y que, si aun así no funcionaba, él asumiría toda la responsabilidad por salir lastimado, por lo que yo no tenía que sentirme presionada. La sensación de liberación fue tan grande que acepté su propuesta. Al mirar hacia atrás, me siento extrañamente conmovida por cómo él, siendo muy introvertido, se permitió mostrarse tan vulnerable frente a mí.
Luego de 7 años de relación (que incluyeron 3 años intentando convencer a mis padres de que lo aceptaran), nos casamos un par de meses atrás.
Tenía un novio al que le gustaba mucho hacer ejercicio y practicar artes marciales. Le pedí que me mostrara una maniobra, y entonces me hizo perder el equilibrio, para luego atraparme y besarme.
Fue la cosa más sensual que me podría haber pasado.
Conocí a mi esposo actual cuando estaba en el hospital… Él trabajaba allí y, lamentablemente, yo era una paciente habitual. Él me traía narcisos o jugo de manzana a la habitación, me conseguía mantas súper abrigadas, y solía sentarse junto a mí antes y después de su turno. Cuando me dieron el alta, se ofreció a hacerme las compras y lavarme el cabello. Todo ello, como amigo. Sabía que yo no estaba interesada en una relación en ese momento, así que solo estuvo AHÍ. Al final, resultó que me gustaba que estuviera AHÍ, y este año celebraremos nuestro aniversario número 12.
No estoy segura de si esto cuenta como un flirteo, pero leyó mi libro favorito solo para que tuviéramos un tema de conversación en común.
Nos conocíamos hace un tiempo, y él intentaba que pasara algo más entre nosotros. Le dije que estaba muy ocupada como para salir con alguien. Se ofreció a pasar tiempo conmigo mientras yo hacía todos mis recados, que incluían cambiar el aceite, cargar gasolina, devolver zapatos, recoger mi colada, e inflar globos para una fiesta. Fue tan agradable contar con su apoyo mientras hacía mis cosas, solo pasar un rato juntos para conocernos, sin presión.
Ese día, me encontraba tan atareada que olvidé almorzar, y él me compró una dona y un café.
Me casé con él.
Ay pobrecito... Acabas de desvelaremos tu traumita con las mujeres, por eso nos odias tanto
Me dijo: “Tengo un acertijo para ti”. Tomó mi mano y trazó una línea en el medio de mi palma. “Este es un río. Es demasiado ancho como para saltarlo, demasiado profundo para cruzarlo, demasiado rápido para nadar en él, y demasiado largo para caminar a su alrededor. De un lado, hay un conejito atascado. ¿Cómo hará para cruzar el río?”
Después de 10 minutos intentando adivinar la respuesta, me rendí y le pregunté qué haría el conejito para cruzar. Su respuesta fue: “¿Qué importa? ¡Solo quería tomar tu mano!”.
Soy británica, y viajé a los Estados Unidos con una visa temporal de trabajo para pasar “una” temporada de esquí en Vail Resorts. Me encontraba trabajando como camarera en un restaurante en la montaña cuando un grupo de practicantes de snowboard entraron y comenzaron a hablarme. Surgió el tema de que yo permanecería allí solo por la temporada, y uno de ellos dijo: “Me casaré contigo para que puedas quedarte… pero debemos tener una cita primero”.
… Acabamos de celebrar nuestro aniversario número 13, y todavía estoy en Colorado.
Un chico me dijo que le gustaban mis zapatos, y me preguntó dónde los había comprado.
Estábamos en una pista de bolos.
Teníamos 15 años. Comenzaron los créditos iniciales de la película, me rodeó con su brazo y me dijo: “Si voy a flirtear contigo, será mejor que empiece rápido”. ¡Llevamos 23 años juntos!
Caminaba por el campus de la universidad cuando me tropecé y tiré mis libros (sandalias con tacón, acera levantada). Me preguntó si me encontraba bien y recogió mis libros. Luego, los cargó y me acompañó hasta mi clase. Conversamos durante toda la caminata, y cuando llegamos al aula, pidió mi número de teléfono. Arranqué un trozo de papel y lo escribí, pero no puse mi nombre. Quería saber si había prestado atención cuando se lo dije. Sí, me escuchó.
Llevamos casados más de 20 años. Me hace sonreír todos los días.
No me ocurrió a mí, sino a mi madre. Mi mamá y mi papá se conocieron gracias a un amigo en común. Ella es completamente sorda, y cuando él se enteró, aprendió el lenguaje de señas todo lo que pudo antes de conocerla… pero mi mamá no sabe lenguaje de señas… fue adorable e hilarante.
Era el último año en la universidad para los dos. Él comenzó a aparecer luego de mis clases, me seguía a todos lados y hablábamos sin cesar. Cuando me veía en el campus, corría a saludarme.
A veces, yo recogía una pequeña flor silvestre y se la daba cuando lo veía ese día...esa era mi manera de flirtear con él. Él las llevaba en su camisa, o detrás de su oreja. Hoy tenemos dos hijos, y le enseñó al mayor (el más pequeño aún es un bebé) a darme flores silvestres cada vez que caminamos juntos.
Cuando tenía 10 años, recibí una carta de amor de un chico. Contenía una flor en su interior, y al final de la carta, había escrito unos códigos con trucos para el Mortal Kombat. Sabía que yo siempre jugaba ese juego en mi consola Sega.
En una fiesta de Halloween, me dijo que me había echado el ojo. Procedió a darme un ojo de juguete.
Éramos compañeros de clase en la universidad y, una mañana, lo llamé de camino a la escuela (yo vivía a más de una hora de distancia y solíamos llamarnos y hablar mientras conducía), y me quejé de un dolor de cabeza. Cuando llegué, él se encontraba allí con ibuprofeno, agua, y un postre de yogur.
Otra vez, comenté que mi delineador de ojos estaba cerca de terminarse, y me trajo uno al día siguiente. Luego de que empezamos a salir, me enteré por su hermano de que había pasado cerca de una hora en la tienda, preguntando a los empleados por el maquillaje correcto, dado que no tenía idea de qué era un lápiz delineador. Estamos casados hace cuatro años, y todavía es un amor.
Aclaración: Quisiera clarificar, para todos los que dicen que esto es un comportamiento espeluznante, que sí podría haberlo sido en otra situación. No recomiendo hacer esto con alguien que no conoces tanto. Si deseas hacer cosas buenas por los demás, no les hagas sentir que esperas algo a cambio.
Nosotros ya teníamos una amistad bastante sólida, y él era (y aún es) el mejor amigo que podría tener. Nunca hizo ningún avance ni me presionó durante nuestra relación. Solía preguntarme si él solo era amable conmigo, o si en verdad le gustaba, ¡así de bueno y tranquilo era! Después de unos meses, terminé por confesarle mis sentimientos. Vengo de una familia abusiva, así que tenerlo a mi lado, escuchándome, respetando mis límites, etc., era increíble. Ha sido un compañero maravilloso, y estoy muy agradecida de que existan personas como él.
Me dijo que le gustaba dibujar, y pidió mi número de teléfono para enviarme algunos ejemplos. Luego, dibujó un alce para mí.
Me encontraba en Chicago en un viaje de negocios, tenía una migraña horrible y tuve que cancelar una reunión (de trabajo) con un hombre que había conocido el día anterior . Suelo tener migrañas muy, muy terribles. Una vez que me sentí mejor, tenía que salir para comprar algo de comida y bebida, pero ya era muy tarde y no había forma de que sobreviviera a un viaje en auto o taxi. Él era la única persona que conocía en la ciudad, así que le envié un mensaje preguntándole si conocía algún lugar cerca por mi zona que fuese seguro y estuviese abierto tan tarde. Condujo 30 minutos a la noche tarde para acompañarme a un restaurante abierto las 24 horas, y me invitó la cena. Ya llevo 11 años con él.
Me compró el libro que yo había estado mirando en la librería.
Una vez, un chico se me acercó en un bar y dijo: “Hola, mi nombre es Rob y coquetearé contigo esta noche. ¿Qué puedo comprarte para beber?”. Tonto, divertido y directo. Estuvimos juntos ocho meses.
Aclaración: cualquiera que quiera usar esta técnica, sepa que lo dijo en un tono gracioso, con una sonrisa enorme.
Era mi primer día en la escuela secundaria, y un chico pidió ver mi agenda. Cuando se la di, abrió la sección de contactos y dejó su nombre y su número de teléfono. Nunca olvidaré lo ingenioso que fue.
Solo fue genuinamente amable. Al principio, mi novio era muy tímido como para flirtear conmigo, además de que éramos solo amigos. Así que, luego de verme, me enviaba mensajes de texto diciendo que me veía linda. Era algo tan simple, pero realmente hacía que mis días fuesen mejores. Algo simple como eso puede hacerle saber al otro que te encuentras interesado. No se necesita un gran plan.
Nos conocimos en una fiesta de Halloween. Yo estaba a punto de irme cuando me llevó al cuarto donde se guardaban todos los abrigos, el cual también era una habitación para niños, y me preguntó: “¿Con qué color de crayón prefieres que anote tu número de teléfono?”. Me casé con él. Celebramos 20 años juntos.
No se si es el mejor, pero definitivamente, el más memorable.
Estaba en el gimnasio y, honestamente, hacía tiempo que me esforzaba al extremo, sin escuchar a mi cuerpo… De repente, me mareé mucho y mi visión se puso en blanco. Al darme cuenta de que estaba a punto de desmayarme, bajé lentamente al suelo.
Uno de los chicos que trabajaba allí apareció para agarrarme y evitar que mi cabeza golpee contra el suelo. Me recostó e intentó que permaneciera consciente, preguntándome toda clase de cosas que requerían algún tipo de concentración, como qué día era o quién era el presidente.
Cuando vio que me encontraba mejor, sus preguntas se volvieron ligonas. Cuál era mi nombre, cómo era mi número de teléfono y, ahora que se había convertido en mi caballero de armadura brillante, si podía llevarme a una cita.
Realmente me hizo reír e hizo que me sintiera mejor. Le di mi número.