Todo comenzó cuando estudiaba Filología germánica en la Universidad Hacettepe y a la vez trabajaba como diseñador gráfico para poder mantenerme. Tras graduarme, probé muchos trabajos más, pero me sentía miserable y los dejé todos. Empecé a dibujar para sentirme mejor y pensé que debería transformar los dibujos en tatuajes porque quedarían bien. Lo intenté en casa y supe que eso es lo que quería hacer.
Me costó aprender porque no conocía a ningún tatuador que me ayudara, pero tras algunos meses comencé a tatuar a desconocidos. De repente ya no sentía la aplastante rutina y era feliz. Quería reflejar eso en mi trabajo, y ese cambio es lo que representa el punto rojo. A mis clientes les gusta y le dan su propio significado: salud, felicidad... Han pasado 2 años desde que hice mi primer tatuaje, ya he tatuado a cientos de personas de todo el mundo. Ahora tengo mi propio estudio de tatuajes. Trabajo junto a gente que admiro y espero que esto ayude a la gente que necesita un cambio en su vida.
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