Guardarse un secreto durante años puede llegar a ser agotador. Si nunca se lo cuentas a nadie, nadie podrá justificar lo que hiciste y te pasarás la vida preguntándote si eres o no un ser humano decente, lo cual no suele ser muy divertido.
En un intento de aligerar la carga que muchos llevan en sus corazones, el usuario de Reddit Dramatic_Bat3265 decidió preguntar: “¿Cuál es tu pequeño secreto?". Inmediatamente, la gente decidió comenzar a confesarse y hasta ahora la publicación cuenta con más de 17.000 comentarios, en los que confesaron tanto pecados pequeños y divertidos como serios y preocupantes, y aquí encontrarán algunos de ellos.
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Perdí el concurso escolar de deletreo a propósito. La chica a la que me enfrenté se había esforzado mucho para prepararse mientras que yo me presenté porque no tenía otra opción. Además, ella era del grupo de los “inteligentes” y no hacía más que ir a clases… por lo que me pareció que ella necesitaba la victoria más que yo. Se equivocó en una palabra, así que yo también lo hice para que quedáramos iguales. Esto sucedió un par de veces más. Casi al final, me equivoqué nuevamente para darle la victoria y ella acabó clasificando para una competición estatal. La maestra que nos daba las palabras para deletrear me miró con disgusto ya que se había dado cuenta de lo que hice. Ups.
Le doy de comer a una gatita sin que mi esposa lo sepa. Ella odia a los gatos y a esta pequeña la encontré en la calle. Cada noche, antes de ir a casa, voy a la tienda a comprarle comida. Mi esposa siempre me pregunta por qué llego tarde a casa y siempre le respondo que me quedé trabajando o salí con mis amigos, pero la verdad es que simplemente me siento junto a esta gatita callejera y le cuento sobre mis problemas o qué tal estuvo mi día. La llamé Senua en honor a “Hellblade: El sacrificio de Senua”.
Tercer grado, año 1953. Alguien de nuestra clase comenzó a pasar una caja con piruletas para que todos tomáramos una. Había una de más… y me la quedé.
No podía seguir guardándome este secreto.
Cuando tenía unos 15 o 16 años, me encontraba en una relación abusiva en la que, cada vez que mi novio quería salir, era yo quien tenía que pagar por la salida; si no tenía dinero, él se enojaba conmigo. Por esta razón, siempre que teníamos una cita le sacaba dinero a mi abuela de la caja donde guardaba sus ahorros.
Me sentía muy culpable, pero ella nunca me dijo nada al respecto. Con el paso de los años, después de mucha terapia y ahora que soy adulta, trabajo y demás, saco dinero de mi salario y lo pongo en su caja sin que ella se dé cuenta. Creo que ya he devuelto todo lo que le debía, pero no quiero dejar de hacerlo. Me duele pensar en si lo que hice alguna vez llegó a perjudicarla… sin importar las razones que tenía para hacerlo.
Sé muy bien que las reglas de la escuela no me permiten hacerlo, pero aún así me gusta ayudar a los niños de mi clase que lo necesitan llevándoles abrigos, comida o mejores zapatillas, también abrazarlos o hablar con ellos si me lo piden. Si algún administrador se enoja conmigo por darle una manzana o un sándwich a un niño, pretendo no saber de lo que habla. El sistema educativo está tan corto de personal que sé que no me despedirán, así que mientras tanto haré lo que pueda durante estos momentos difíciles.
Nunca hice el trabajo que me habían pedido en séptimo grado sobre la disentería; cuando mi maestra me preguntó si lo había entregado, le dije que sí.
Buscó entre todos los papeles y trabajos que tenía sobre su escritorio y exclamó: “¡Sé que lo he visto por aquí!”.
Me saqué un 8 en un trabajo que nunca entregué.
Lo siento, maestra Weber.
Cuando era pequeño, mi madre me sacó el CD de mi juego de computadora favorito por unas semanas a modo de castigo por algo que había hecho (creo que era por una mala nota o algo así).
Encontré el lugar donde lo había escondido, fotocopié la imagen del CD, la recorté, la pegué sobre un CD virgen y la intercambié por el del juego (¡y sorprendentemente ni siquiera se dio cuenta!).
Jugaba siempre que no había nadie en casa. ¡Han pasado ya 18 años y nunca se lo dije!
En mi trabajo actúo como si fuera mucho más tonto para que no dependan tanto de mí.
A mediados de 1999, recién había comenzado a pagar un préstamo para un vehículo. El banco me devolvió el pago del mes de enero diciendo que ya estaba pago… pero ni de lejos. Gracias, error del milenio.
Cuando tenía 5 años, arruiné el matrimonio de mis padres. Recuerdo haberme encontrado lo que ahora reconozco como un preservativo (sin usar) en nuestra vieja camioneta. Como no sabía lo que era, comencé a jugar con él, al terminar, lo tiré a la basura. A las pocas horas, mi padre volvió a casa y sacó el cesto de la basura para depositarla en la calle, cuando levantó la tapa, vio el preservativo y ya se podrán imaginar lo que sucedió después. No me enteré de que esa fue la razón de su divorcio hasta que tuve 14 o 15 años.
Soy madre de acogida terapéutica. Cuando los niños nos dejan para volver a su hogar, me pongo muy feliz (a no ser que crea que sus familias no van a saber cómo manejar las cosas de forma segura, en esos momentos me preocupo muchísimo), pero también me siento terriblemente desconsolada aunque crea que estoy siendo egoísta. Cuando se van, escribo nuestros nombres y números de teléfonos en algunos de sus libros para que puedan encontrarnos. También dejo mi perfil de Facebook lo menos privado posible para que puedan contactarse conmigo si sienten la necesidad de hacerlo. Quiero ser madre de acogida para siempre, pero también me pregunto si seré capaz de despedirme así una y otra vez. Me da mucha rabia y sé que no tengo derecho a sentirme de esta manera.
Mi exmarido me abandonó sin avisarme, me engañó e hizo de cuenta que yo no existía. Un año después, ¡me llamó para reclamarme el sofá porque él era quien lo había comprado! Como me lo pidió justo antes del confinamiento, tuvo que esperar un tiempo para poder pasar a recogerlo, por lo que procedí a tener sexo con mi nuevo novio en ese mismo sofá durante todo lo que duró el aislamiento. El sofá ahora está en casa de mi ex.
Obtuve una beca de $8.000 a causa de un error administrativo según el cual tuve un promedio superior a 3,7 durante todo el semestre cuando en realidad era de 3,07.
Me acosté con una amiga de mi madre. Era una mujer más joven que mi madre, en ese momento, ella tenía 32 años y yo, 20. Me paró un día mientras pasaba por su apartamento para pedirme que le echara un vistazo a su portátil porque “el wifi no funcionaba”. Le dije que sí y me puse a buscar la causa del problema. Mientras estaba sentado en el sofá con su portátil, salió de la cocina con una botella de tequila y dos vasos de chupito. En ese momento, me di cuenta de la razón por la que me había hecho subir. No hace falta decir que no había ningún problema con el wifi.
Cuando nos cortaron el teléfono por falta de pago (en los 90), llamé a Emergencias para ver si aun así podía comunicarme con ellos, cuando me atendieron, colgué de inmediato. Diez minutos después, la policía llamó a la puerta… y culpé a mis hijos por ello.
Cuando tenía 8, fui al supermercado con mi madre y me quedé solo porque ella tuvo que ir al baño. Estaba sentado en un banco esperando y había una caja que decía “Rompa el vidrio en caso de emergencia”; quería saber qué tanta fuerza se necesitaba para romper el vidrio… resultó ser que no mucha.
Toda la gente tuvo que dejar sus compras y salir del local, eran más de 100 personas. No sé muy bien qué fue lo que sucedió después porque nos fuimos a casa.
Han pasado 20 años y nunca se lo conté a nadie.
Mentí en mi currículum y agregué habilidades y certificados que no tenía para poder postularme a un puesto en Google: después de 5 años domino todos esos aspectos a la perfección y tengo un equipo a cargo.
Tengo 25 años y participé en un trío con dos compañeros de trabajo (un hombre de 40 y una mujer de 33). Ahora ella está embarazada… creemos que de su marido.