18 Clientes intentando sabotear comercios con sus malas críticas, pero les salió el tiro por la culata

Por supuesto, todos tienen derecho a tener su propia opinión. Sin embargo, las opiniones son solo eso: opiniones. 

Estas son subjetivas, a menudo están impulsadas por emociones, y nos  dan una idea de cómo ve el mundo una determinada persona. Es fascinante adentrarse y ver la vida a través de los ojos de otras personas, desde su perspectiva…Bueno, generalmente.

Lo triste es que algunas personas siempre tendrán un problema contigo. Sin importar lo bueno que sea tu servicio o producto.

Lo mejor de ti nunca será lo “suficientemente bueno” para ellas. Y lo más mínimo se convierte en una montaña de problemas cuando empiezan a escribir sus críticas.

De forma prepotente (probablemente), estas personas te culparán de errores imaginarios o exagerados y te darán una calificación de 1 estrella. 

Las más prudentes podrían dejar una valoración más justa e, incluso, añadir una o dos estrellas, pero sus palabras serán prepotencia pura.

Hay una gran diferencia entre sus expectativas y la realidad. Esto significa que una parte termina decepcionada y la otra siendo objeto de críticas despectivas en internet por ofrecer un servicio perfectamente adecuado.

Eso no quiere decir que sean los clientes los que siempre se equivocan. Las empresas también cometen errores y es importante llamarles la atención por estos. 

Todo el mundo sale ganando si las empresas toman en cuenta las críticas constructivas y las sugerencias de mejora sinceras. 

Por otro lado, si las compañías no están dispuestas a escuchar las necesidades y deseos de los clientes, no los tendrán por mucho tiempo.

Por otra parte, también es importante que los clientes especifiquen sus problemas y su insatisfacción de forma diplomática. 

Generalmente, del otro lado se encuentra una persona viva; esta es la que atiende todas las solicitudes de ayuda y responde a los comentarios. Lo último que necesita es enfrentarse a un abuso verbal o ser culpada (créase o no) por “negarse” a ayudar a alguien a trasladar su cama dos años después de haberse efectuado la compra.