30 Situaciones comprensibles pero extrañas en las que dejas de salir con alguien
Para algunas personas, tener citas es algo muy importante en la vida. Y, el solo hecho de salir con alguien nos hace sentir a todos de la misma manera —aunque te consideres un gurú de las citas o seas de los que salen muy de vez en cuando—: mucha emoción y nerviosismo antes de la cita o una decepción total después de ella. Estamos de acuerdo en que las historias bellas y prometedoras son algo que debemos reservar para contarles a nuestros mejores amigos luego, pero… ¿qué hacemos con la angustia e incredulidad que nos dejan aquellas citas que salen mal?
En esta ocasión, Reddit le pidió a su comunidad que compartiera los motivos más banales por los que los usuarios se negaron a darle una segunda oportunidad a su cita. La gente abrió sus corazones y dio algunas respuestas, no solo muy interesantes, sino que también nunca antes vistas, así como también muchas otras razones con las que probablemente nos hayamos encontrado a lo largo de nuestra propia experiencia con las citas.
¿Puedes identificarte con alguna de estas situaciones, o tienes una historia mejor sobre por qué no pudiste decir “sí” a una segunda cita? ¡Comparte tus opiniones y experiencias en los comentarios!
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Una mujer muy atractiva, divertida e inteligente me preguntó si deseaba ir a tomar un helado con ella. Le dije que no, pero creo que ella pensó que era a modo de flirteo y siguió invitándome. Finalmente tuve que decirle que estaba rechazándola porque tenía el mismo nombre y apellido que mi madre. Se rió mucho y estuvo de acuerdo con que no debíamos salir juntos.
Era voluntaria en el zoológico y cuando los niños le preguntaban cosas que no sabía, se inventaba alguna historia y les mentía.
Crecí leyendo libros de animales y mirando a Steve Irwin, así que me tomo las curiosidades sobre animales muy en serio.
Usaba una horrible chaqueta marrón de cuero falso, era tan vieja que el “cuero” había empezado a desprenderse y algunas partes solo eran parches de lona.
Se paraba una y otra vez a mirarse a sí mismo en los escaparates y decía: “Dios mío, hoy estoy tan sexi”, “no puedo creer lo bueno que estoy”, todo mientras se arreglaba esa chaqueta mugrosa y me miraba de reojo, esperando a que le diera la razón.
Lo dejé para que pudiera estar a solas con su chaqueta.
Era muy malo en el juego de preguntas y respuestas al que jugábamos. Y me refiero a que realmente era malísimo, como si fuese su primer día en la Tierra fingiendo ser humano y los aliens no le hubieran dado las indicaciones correctas.
No sabía que los zorros eran animales reales, creía que eran criaturas míticas que solo aparecían en las películas.
Por su total incapacidad de seguir el argumento de una película.
“¿Quién es ese?”
“¿De dónde salió?”
“¿Por qué hizo eso?”
“¿Quién era ese?”
Simplemente no pude seguir saliendo con ella.
Mi madre dejó de salir con un tipo porque durante toda la película no dejó de abrochar y desabrochar el velcro de sus zapatillas.
Durante nuestra primera y única cita masticaba la comida con la boca abierta. Me distraía tanto que no pude soportarlo.
No guardaba las pesas en su lugar cuando terminaba de usarlas. Nunca, jamás entenderé por qué la gente no reubica/guarda las pesas donde corresponde.
No pude seguir saliendo con un chico porque mi hermano me dijo que era IDÉNTICO a nuestro tío. No pude dejarlo pasar porque era totalmente cierto.
Tuve unas cuantas citas con un chico que me gustaba desde hace meses, pero empecé a darme cuenta de que no era alguien con muchas luces. Hasta que un día me dijo que le gustaba ver publicidades en la TV y eso fue todo.
No fui yo, pero alguien no quiso salir conmigo porque “era muy raro que no tenga Instagram”.
Era super sexi, pero apestaba. No sé si no se bañaba o no usaba desodorante, pero olía raro. No pude tener otra cita. Mi mejor amiga en ese tiempo me dijo: “Solo dile”. ¡¿Cómo le dices a una chica que conoces hace un par de semanas que huele mal?! Así que solo dejé de hablarle. Brillante.
Me insistía con que habláramos con el nivel de formalidad de una entrevista de trabajo.
Editado:
Para aquellos que me están pidiendo ejemplos, la primera vez que la invité a mi casa fue así:
Yo: Así que… ¿quieres que continuemos en mi casa?
Ella: ¿Es esto una invitación para tener relaciones sexuales?
Yo: Sí... lo es...
Ella: Pregúntame de nuevo, por favor y hazlo apropiadamente.
Todas Las Palabras De Cada Mensaje Que Enviaba Comenzaban Con Mayúsculas. Créanme Se Volvió Increíblemente MOLESTO.
Cada vez que daba un bocado, me hacía una pregunta y después me observaba mientras terminaba de masticar. La cita continuó así por una hora, tenía un talento sobrenatural para ser inoportuno.
Me respondía con una o dos palabras, no se esforzaba para nada. Me sentía como si estuviera haciendo un monólogo.
Hacía esto de elevar su voz al final de cada cosa que decía, haciendo que todo sonara como si fuera una pregunta.
Me harté de hablar con él a los 10 minutos.
Dijo que le haría un chequeo médico a todas las mascotas que tuviera. Me sentí un poco molesta por su insinuación de que no estaba cuidando bien de ellos y encima no era veterinario.
No fui yo quien buscó una razón banal para no seguir saliendo, sino que me la dieron a mí. Cuando iba a la universidad, una chica no quiso tener una segunda cita conmigo porque mi dormitorio estaba muy limpio.
(Edito para agregar: Lo que me dijo un amigo en común fue que una habitación tan limpia solo podía significar que era gay, así que por eso no quería salir conmigo).
Era MUY alérgico al maní. Como tostadas con mantequilla de maní casi todos los días y no quería renunciar a ellas.
Un chico en una aplicación de citas me dijo que no saldría conmigo porque no me gustaban las ostras.
Todo estaba yendo de maravilla, pensaba que era una chica increíble y habíamos estado saliendo durante dos meses. Fui a su casa por primera vez y aunque estaba un poco desordenada, no creí que fuese nada del otro mundo. Entonces fui al baño y levanté el asiento del inodoro… la parte debajo del asiento del inodoro se encontraba tan sucia que no creo que alguna vez se le hubiese ocurrido limpiarla. De ahí en adelante, lo único en lo que podía pensar cada vez que estaba con ella era en ese asiento repugnante.
En una salida pidió una hamburguesa sin patatas fritas, y yo pedí una con patatas incluidas: se terminó comiendo todas las mías. Su justificación fue que como yo no estaba comiéndolas, probablemente no las quería. Le pregunté: “Si no hubiese querido patatas, ¿por qué las habría pedido?”
No fui yo, pero alguien con quien trabajaba no quería tener citas con un hombre increíblemente guapo, exitoso y amable porque “llevaba muchas cosas en los bolsillos”.
Era una chica a la que tenía que explicarle todo. Todo.
Hasta el día de hoy no sé si era increíblemente tonta o era muy mala tratando de mantener conversaciones.
¿Recuerdan a ese chico que fingía no saber lo que era una patata? Hablar con ella era exactamente igual.
