40 Padres y madres teniendo un día peor que el tuyo (nuevas fotos)

Podríamos haber llamado a esta lista "Fracasos en la crianza de los hijos", pero se trata más de la realidad de ser padres que de los fracasos. Es importante conocer la diferencia entre las malas rachas que sufren todos los padres y los verdaderos fracasos parentales. Ashley Hudson (Terapeuta matrimonial y familiar licenciada) explica esa diferencia en su blog.

"El fracaso parental es cuando un padre causa un trauma significativo y/o daño físico o emocional a su hijo a través de su estilo de crianza", escribe. "Esto podría ser en forma de abuso, negligencia, abandono, y/o cuando los padres están involucrados en sustancias o violencia que está afectando a su crianza".

Lo que la mayoría de los padres quieren decir cuando afirman que creen que están fracasando como padres no es más que el estrés y el cansancio. Hudson escribe que es una respuesta a un acontecimiento estresante, de varios días, semanas o meses. El verdadero fracaso parental tiene graves repercusiones a largo plazo para el niño.

Una de las razones por las que los padres se sienten así es porque sienten demasiada presión. Ya sea del exterior o de ellos mismos. Tia Slightham, graduada en educación, y Coach de Crianza escribe que los padres quieren desesperadamente sentir que son suficientes. No estropear a sus hijos, hacer lo correcto como padres. Pero la verdad es que, según ella, "si quieres a tus hijos, te esfuerzas al máximo y sigues intentando aprender", eso es suficiente.

Ashley Hudson acota las cosas que pueden hacer que uno se sienta un padre fracasado. La mayoría de los padres, según ella, sienten que tienen muy poca paciencia a la hora de disciplinar. Otros entran en pánico cuando no sienten que controlan las rabietas, las rebeldías y el comportamiento desafiante. Los padres primerizos son los que peor lo pasan: simplemente no tienen experiencia.

Adrienne Bishop, Educadora Certificada en Disciplina Positiva y Coach de Vida para Padres, escribe que estos sentimientos de fracaso también provienen del hecho de que los padres no tienen control sobre los hijos. "El hecho es que nuestros hijos tienen autonomía, lo que significa que tienen la capacidad de tomar sus propias decisiones. No importa lo que usted quiera que su hijo haga, en última instancia ellos tienen la última palabra".

Bishop escribe que cuando los padres piensan que están fracasando, se están culpando a sí mismos por las acciones de sus hijos. "Intentamos controlar el comportamiento de nuestros hijos para sentirnos mejor", afirma. "Pero como es imposible controlar el comportamiento de los demás, luchamos constantemente por sentirnos bien y por no sentirnos fracasados, y entonces, como resultado, cedemos nuestro poder a nuestros hijos y nos convertimos en sus víctimas".

La educadora recomienda redirigir los pensamientos, ya que son algo que los padres pueden controlar. En lugar de pensar: "Le he fallado a mi hijo" o "Siempre comerá así", intenta pensar: "Estoy aprendiendo a ayudar a mi hijo a elegir mejor los alimentos". Bishop escribe: "Después de trabajar en cambiar mis pensamientos, puedo empezar a dar pasos para establecer límites y expectativas desde un lugar de aceptación y paz y no de culpa o agobio".

Tia Slightham tiene algunas recomendaciones sencillas y realistas para los padres con dificultades. La primera es dormir lo suficiente. Intenta acostarte unos minutos antes cada noche. Escribe que sin dormir lo suficiente es más fácil ceder a los malos pensamientos y a la frustración. Cuando estás cansado no eres tú.

En segundo lugar, Slightham aconseja aprender a alejarse. Los padres pueden evitar estallidos indeseados de ira y frustración si intentan contar hasta diez. "Aprende de tus errores y la próxima vez haz todo lo posible por alejarte antes de abrir la boca y gritar, proferir amenazas vacías o decir algo de lo que te arrepientas", escribe en su blog.

Su último consejo es documentar una cosa buena que hayas hecho cada día, por pequeña que sea. "Tal vez tu hijo y tú hayáis pasado un rato estupendo acurrucados y leyendo antes de acostaros. Habéis conectado durante un juego de mesa. Le pediste amablemente que se lavara los dientes en lugar de insistirle". Slightham enumera todas estas estrategias a modo de ejemplo.