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En algún lugar del mundo, un niño o una niña están leyendo un libro, viendo su programa de televisión favorito o simplemente contemplando el firmamento… y en su cabeza se comienza a gestar un sueño. Ese sueño, que lo mantendrá ilusionado por mucho tiempo, tal vez sea lo que moldee su vida. Nos alegra saber que hay historias con un final feliz, donde los más profundos deseos se cumplen y esos niños crecen para vivir las aventuras que tanto imaginaron.

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Tal es el caso de una pequeña niña que anhelaba conocer el continente africano, ese mundo tan lejano para ella, lleno de naturaleza y criaturas de las que leía en sus libros. ¿Quién hubiera dicho que se convertiría en una de las científicas de campo más destacadas del siglo XX? Ella es Jane Goodall, “la mejor amiga de los chimpancés”.

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    A estas alturas del siglo XXI, ¿quién no ha oido hablar de la doctora Jane Goodall?

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    Jane Goodall nació bajo el nombre de Valerie Jane Morris-Goodall, en Londres, un 3 de abril de 1934 en una familia de clase media durante la posguerra y se crió en Bournemouth, una ciudad ubicada en el sur de Inglaterra. De padre empresario y madre novelista, esta última siempre la apoyó en su amor por la naturaleza y los animales, en especial la fauna africana. “Cuando Vanne descubrió que la pequeña Jane se había llevado lombrices a la cama, en lugar de gritar, le explicó que sus nuevas amiguitas necesitarían tierra para sobrevivir y, juntas, las devolvieron al jardín”, explica este artículo de National Geographic.

    «Solo» es una reputada antropóloga, primatóloga y etóloga que lleva décadas estudiando el comportamiento de los simios en su entorno natural

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    Cuando tenía un año, su padre le regaló un peluche de chimpancé, inspirado en la cría de esta especie que vivía en el zoológico de Londres, a la que nombraron Jubilee. Este objeto se convirtió en el juguete favorito de Jane, y fue solo el puntapié inicial para el gran amor que despertarían los animales en ella. Además, Jane creció rodeada de ellos, como su querido perro Rusty, un poni y una tortuga, entre otros. Algunos de sus libros favoritos eran Tarzán, El Libro de la Selva y el Doctor Dolittle, cuyas historias alimentaban sus deseos de viajar a África para ella misma vivir entre animales y escribir sobre ellos.

    A la pequeña Jane le gustaba pasar tiempo en el jardín, trepar a los árboles donde se sentía cercana al cielo y a los pájaros, momentos que la llevaron a aprender mucho de la naturaleza. Su primer acercamiento a la observación de animales se dio con solo 4 años, cuando esperó durante cuatro horas para lograr ver como una gallina ponía un huevo. La curiosidad y su lado científico son innatos; ella nació con esa pasión por descubrir todas las cosas maravillosas que la naturaleza tiene para ofrecer.

    Sobre todo el de los chimpancés, que son los más cercanos genéticamente al homo sapiens: sus hallazgos revolucionaron los conocimientos que se tenían de ambas especies

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

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    Al crecer, sin embargo, sus ambiciones se veían lejanas ya que su familia no tenía suficiente dinero para enviarla a la universidad. Comenzó a asistir a la escuela de secretariado y se graduó en 1952; allí aprendió contabilidad, mecanografía y taquigrafía. Mientras trabajaba como asistente en un estudio de películas, la primera puerta que se le abriría fue la invitación que recibió de una amiga que se había mudado a una granja en Kenia para que fuera a visitarla. Esto la impulsó a mudarse de la casa de sus padres y conseguir otro trabajo como camarera para ahorrar suficiente dinero, ya que su objetivo estaba claro. Es así que en 1957 logró pagar el boleto hacia donde emprendería un viaje de un mes para el comienzo de su gran aventura.

    Curiosamente, Jane tiene un doctorado, pero nunca estudió una carrera universitaria: en su momento no tenía dinero para pagársela, y tuvo que estudiar secretariado

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    Una vez allí conocería a quien sería su mentor, el Doctor Louis Leakey. Jane soñaba con poder trabajar con animales; fue entonces que decidió probar suerte en el Coryndon Museum, que hoy se conoce como Museo Nacional de Nairobi, del cual Leakey era el conservador. Este renombrado arqueólogo y paleoantropólogo es recordado por establecer la teoría de que el origen de la humanidad se encuentra en el continente africano. Tras enterarse de todos los conocimientos que Jane tenía sobre historia natural, le ofreció trabajo en el museo y fue así como luego ella terminó trabajando en una excavación en la garganta de Olduvai, un conjunto de yacimientos paleontológicos y arqueológicos prehistóricos. Cuando llegó y se encontró de lleno con toda la vida salvaje no pudo más que maravillarse: “Había leones, rinocerontes, jirafas… había de todo allí”, recordó. “A menudo pienso que ese fue uno de los momentos más mágicos de toda mi vida”, continuó.

    Fue admitida en la Universidad de Cambridge para presentar su doctorado en etología tras sus descubrimientos, y defendió su tesis en 1965, pero es tan solo la 8ª persona a la que se permite estudiar un doctorado sin tener antes una licenciatura

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    Leakey se dio cuenta de todo el potencial de Jane para el trabajo de campo; por ese entonces el arqueólogo tenía el proyecto de comenzar a estudiar chimpancés salvajes y le ofreció la labor a ella, la cual aceptó entusiasmada —aunque según las propias palabras de Goodall nunca pensó que terminaría trabajando con chimpancés, ya que no quería ser científica sino naturalista y no tenía la formación necesaria—.

    «Nunca había tenido la ambición de ser científica ni de formar parte de la academia.”, contaba Jane, afirmando que solo hizo la tesis por el bien de su mentor en aquel entonces, el Dr. Leakey

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    En 1960, Jane llegó a la reserva de chimpancés del río Gombe en Tanzania. Ella le dio origen al más extenso estudio de campo continuo con animales en su hábitat natural, que se desarrolló durante 35 años consecutivos. Sus novedosos resultados terminarían por cambiar la perspectiva que se tenía hasta ese momento sobre los chimpancés.

    Como no la dejaron ir a la reserva sola, su madre, quien era una constante fuente de apoyo, la acompañó. Los primeros días fueron solitarios: recorría, binoculares en mano, la selva sin poder establecer un contacto cercano con los primates que huían de ella.

    Aún así, sus estudios fueron muy criticados en aquel entonces, por tener la «osadía» de decir que los simios tenían personalidad como los humanos, entre otras cosas

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

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    “Aquellas semanas me fueron de gran utilidad, porque conseguí familiarizarme con el terreno accidentado. Mi piel se endureció al contacto con la áspera maleza y mi sangre se hizo inmune a la picadura de la mosca tsetsé, de forma que no me producía ya inflamación alguna”, escribió en su primer libro En la senda del hombre.

    Lo más importante que descubrió Jane durante los años que pasó en Gombe Stream, Tanzania, es que los chimpancés no eran herbívoros, ni mucho menos

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    Paulatinamente, los chimpancés comenzaron a acercarse y a acostumbrarse a su presencia. Logró empezar a identificar e individualizar a los animales. Uno de los primeros con los que entró en contacto fue un macho con la perilla blanca al que llamó David Greybeard (combinación de barba y gris). La práctica de ponerle nombres a los sujetos de estudios no era bien recibida en la comunidad científica, aún así, gracias a que David le hizo perder el miedo al resto de la manada, ella siguió bautizando a sus nuevos amigos.

    También, que eran capaces de crear y utilizar herramientas, cosa de la que solo los humanos eran capaces, o eso creían

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    Las observaciones y hallazgos más importantes de Jane han revelado que los chimpancés eran mucho más parecidos a los seres humanos de lo que se pensaba: son omnívoros —y no herbívoros como se creía—, fabrican y emplean herramientas, y, tal como nosotros, son seres con la capacidad de sentir y experimentar emociones. Por otro lado, estos animales también recurren a la guerra para resolver conflictos territoriales.

    Jane consiguió integrarse dentro de la sociedad de chimpancés, y conectar con ellos. Ha publicado varios libros al respecto, contando incluso como estos simios hacían la guerra

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    Los descubrimientos de Jane, que mostraban la cercanía de los chimpancés con los humanos, fueron recibidos con una enorme reticencia por parte la comunidad científica del momento, ya que rasgos como la capacidad de crear herramientas y de sentir se consideraban patrimonio exclusivo del hombre, y llevaron a redefinir la idea de “humano”. A pesar de la resistencia de la comunidad científica que la rodeaba, Jane siempre se mantuvo firme, y el tiempo le terminó dando la razón.

    «Cuando me puse a usar con total descaro palabras como infancia, adolescencia, motivación, recibí muchas críticas. Peor aún fue que me atreviera a sugerir que los chimpancés tenían personalidades. Atribuirle a los animales unas características humanas equivale a cometer el pecado más grave de la etología: el antropomorfismo.»

    Créditos de la imagen: janegoodallcan

    En 1986, luego de publicar su libro Los chimpancés del Gombe, en el que recopila 25 años de investigación, Jane se retiró del trabajo de campo para dedicarse al activismo por la conservación. A partir de ese momento, desde su organización, el “Jane Goodall Institute”, ha luchado incansablemente para concientizar sobre la importancia de preservar a sus amados chimpancés y el medioambiente en general. A lo largo de su carrera, ha recibido 50 títulos honoríficos, y, en 2002, se convirtió en Mensajera de la Paz de la ONU.

    En la actualidad, tiene 88 años, ha recibido gran cantidad de premios y publicado innumerables libros y documentales sobre lo que ha aprendido: “Lo menos que puedo hacer es hablar por aquellos que no pueden hablar por sí mismos”

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    Hoy, con 88 años, Jane Goodall continúa trabajando para educar y llevar conciencia sobre la conservación del medioambiente a cada rincón del mundo. Próximamente, estrenará el documental “Reasons for hope”, que realizó de la mano de su fundación. En él, intenta transmitir la esperanza de que un mundo mejor es posible, al contar diferentes historias de conservación a lo largo del mundo que tuvieron un final feliz.

    ¿Qué les pareció la historia de esta maravillosa conservacionista, queridos Pandas? ¡Esperemos que los haya inspirado tanto como a nosotros! Y, como siempre, ¡no se olviden de compartir sus opiniones en la sección de comentarios!