18 Mensajes y momentos desagradables mostrando lo tóxicos que pueden ser algunos padres

La crianza de los hijos es un tema muy delicado y difícil de abordar. Casi todo el mundo parece tener opiniones firmes sobre cómo criar bien a los hijos (y puede pensar que los demás están equivocados). No existe un único "mejor" enfoque para el cuidado de los niños porque mucho depende de la dinámica entre los miembros de la familia.

Pero, en términos generales, hay un estilo de crianza que es mucho mejor que las alternativas: es la crianza autoritativa o no estricta (que no debe confundirse con la autoritaria).

Hay cuatro estilos principales de crianza: el no estricto (también conocido como equilibrado), autoritario (dictatorial y severo), permisivo (los padres ven a sus hijos como amigos) y desinteresado (negligente).

Para decirlo sin rodeos, debes aspirar a ser un padre no estricto porque es lo más saludable para tus hijos en lo que respecta a desarrollar la autoestima, la resiliencia, el éxito académico y el bienestar emocional y mental.

Tu objetivo como padre es crear un espacio de apoyo y cuidado para tus pequeños, donde no solo puedan sobrevivir, sino también prosperar y convertirse en adultos amables, capaces y seguros de sí mismos.

La crianza no estricta consiste en encontrar el equilibrio adecuado entre el amor incondicional y los límites firmes para tus hijos.

Los niños necesitan mucho afecto y atención, sí, pero también necesitan estructura y límites. Los padres no estrictos comprenden el enorme valor que aporta la claridad en un entorno doméstico. Por eso dan tanta importancia a la comunicación abierta y honesta.

Establecen pautas muy claras para sus hijos: explican qué comportamiento es aceptable, cuál no y por qué. Y tienen en cuenta los sentimientos y las opiniones de sus hijos.

Estos padres son tranquilos. Son asertivos. Se preocupan genuinamente por su bienestar emocional, pero tampoco se avergüenzan de establecer expectativas y reglas.

Sin embargo, es importante recordar que no existe un padre "perfecto". No importa lo que te digan tus redes sociales y las publicaciones aleatorias en blogs sobre crianza, todos los padres cometen errores de vez en cuando. Y eso está bien.

La crianza no es una competencia. Y no estás buscando un historial "perfecto". En cambio, debes concentrarte en estar ahí para tus hijos, guiarlos lo mejor que puedas y aprender de tus errores a medida que avanzas.

Tu éxito como padre depende de la felicidad de tus hijos, en lugar de hacer las cosas "a la perfección", seguir las últimas tendencias de crianza y tomar los consejos de los influencers como si fueran la verdad absoluta. No cedas a la presión de las redes sociales y de los padres de tu vecindario para comportarte de cierta manera solo porque es popular.

A diferencia de los padres no estrictos, los padres autoritarios a menudo no se preocupan por los pensamientos o sentimientos de sus hijos sobre sus decisiones. No dejan mucho espacio (si es que dejan alguno) para las negociaciones y los compromisos. Simplemente esperan que sus hijos sigan sus órdenes y reglas estrictas al pie de la letra, sin importar el contexto.

Los padres autoritarios también tienden a castigar a sus hijos por su mala conducta y sus errores. Tienen expectativas muy altas, pero poca flexibilidad y menos capacidad para ser cariñosos.

Por otra parte, los padres permisivos, a diferencia de los autoritarios, tienden a tener muy pocas expectativas para sus hijos. Pueden ser amables, cálidos y cariñosos, pero no son los mejores a la hora de establecer y hacer cumplir las normas y los límites dentro y fuera del hogar.

A menudo, los padres permisivos ven a sus hijos como sus amigos, por lo que rara vez los disciplinan. Esto, a su vez, puede llevar a que sus pequeños desarrollen muchos hábitos poco saludables, lo que tendrá un efecto dominó en su salud más adelante en la vida.

La libertad es buena, pero demasiada libertad sin ninguna guía puede ser tóxica. Los padres desinteresados, es decir, negligentes, apenas están presentes en la vida de sus hijos. A menudo, apenas tienen expectativas de ellos y no les ofrecen un entorno propicio.

Esto puede conducir a la autosuficiencia, claro, pero también a un peor rendimiento académico, dificultades para mantener relaciones y problemas con el control emocional.