Existe un concepto filosófico o religioso en torno a la reencarnación, el cual sugiere que el alma de una persona es inmortal y que, cuando el cuerpo perece, el alma pasa a renacer en un cuerpo nuevo. No hay forma de probar esto ya que nadie ha logrado descubrir qué es lo que sucede con la conciencia de una persona cuando esta fallece, pero hay indicios que hacen que algunos crean que la reencarnación puede llegar a ser real.
La mayoría de estos casos involucran a niños; estos a veces dicen cosas sin sentido pero, a menudo, pueden llegar a hacer o decir cosas que no se corresponden con su forma de ser o requieren de conocimientos muy específicos como, por ejemplo, recordar nombres de personas o lugares que nunca conocieron, ni han oído mencionar.
El inexplicable origen de este tipo de conocimiento puede llegar a asustar a los padres y hacerles creer que sus hijos están confundiendo esta vida con su vida anterior. Existen muchas historias que ofrecen muchos más fundamentos para esta teoría, por esta razón, hemos recopilado las mejores de ellas que llegaron compartirse en Reddit luego de que el usuario poopcornkernels preguntara: “Padres de Reddit, ¿qué cosas hicieron sus hijos que los llevaron a pensar que podrían haber tenido una vida pasada?”. ¡Cuéntennos en los comentarios si les ha ocurrido algo similar!
Más información: Reddit
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A mi madre le encanta contar esta historia:
Cuando era pequeña, tenía muchas ganas de aprender ruso, así que me anotaron para que pudiera ir a clases. Me resultó muy fácil aprenderlo y hablarlo, me parecía que simplemente “tenía sentido” y podía armar oraciones complejas. El profesor le dijo a mi madre que era muy espeluznante que pudiera hablarlo de una forma en la que ni siquiera me habían enseñado (podía entender frases muy coloquiales). Al día de hoy, sigo hablándolo y nunca he olvidado el idioma.
La primera vez que mi hijastra de seis años vio mi espada de práctica, se arrodilló frente a ella como si fuera un templario. La verdad es que fue una situación extrañamente solemne.
Mi amiga sufrió un aborto espontáneo antes de tener a su primera hija. Hace un par de años, cuando su hija tenía cuatro, nos encontrábamos todos reunidos mientras la niña estaba sentada sobre su regazo y de pronto le dijo: “Siento haberte dejado antes, mami. Estaba sufriendo mucho y no me sentía lista”. Mi amiga le preguntó a qué se refería con eso y la niña le contó que la había abandonado antes de nacer, pero que había regresado. Muy espeluznante. Su hija no recuerda haber tenido esa conversación y ni siquiera está enterada sobre el aborto que sufrió su madre antes de tenerla.
Una vez, le pregunté a mi hijo quién era antes de ser mi hijo. Era pequeño, tenía unos tres años.
Me miró con tristeza y dijo: “Estaba oscuro y hacía frío. No era nada, estaba solo”.
Luego de eso se animó un poco y exclamó: “¡Pero antes de eso tenía alas negras y podía volar! ¡Juntaba todas las cosas brillantes que pudiera encontrar porque todas ellas son MÍAS!”.
Y así fue como me di cuenta de que mi hijo había sido una urraca en su vida pasada, lo cual me dio un indicio sobre dónde podrían llegar a estar los pendientes que se me habían perdido (el pequeño diablillo tenía un escondite para joyas en su habitación).
Cuando mi sobrina de tres años estuvo en un hotel cerca de su casa, dijo: “Ya he estado aquí antes. Solía sentarme en esta silla a tejer”, pero no nos contó nada más cuando le seguimos preguntando al respecto.
En otra ocasión, en una tienda de antigüedades, vio un antiguo escritorio escolar con tapa abatible y exclamó: “¿¡Dónde está el tintero!?”. Me pareció muy extraño que esperara que hubiera uno.
Cuando tenía unos tres años, le contaba a mi madre historias de cuando era una niña china. Al parecer, vivía al pie de una colina junto a mi abuela y fallecí en una inundación. Cuando tenía seis o siete, volví de la escuela muy enojada porque un grupo de chicos me había rodeado, y le dije a mi madre que fue igual que aquella vez en la que habían venido a buscarnos los soldados a caballo.
Cuando mi hijo tenía unos tres años, me dijo que se encontraba volando en el momento en que me eligió para ser su madre. Me pareció muy dulce.
Cuando mi hija tenía dos años, escuchó una gran explosión, acto seguido saltó a una zona baja de nuestro patio y gritó: “¡A trinchera!”, con una mirada totalmente aterrorizada. Nunca había visto películas sobre guerras ni nada parecido. Fue algo que me provocó mucha curiosidad.
Cuando mi hijo del medio tenía tres años, solía contarme sobre la familia que tenía antes de conocerme. Todos habían muerto de inanición. Además, vivían en un bosque y él recordaba haber fallecido cuando se encontraba recostado junto a sus hermanos. Contó la misma historia hasta que tuvo unos cuatro años, pero después nunca más volvió a hablar de ello. ¡Es un niño que tiene los pies sobre la tierra y creo definitivamente que no es su primera vez aquí!
Cuando mi hija no tenía ni 4 años,nunca se enrabietaba, le encantaba ponerse albornoces, sentarse al estilo indio y cerrar los ojos para meditar, aunque no tuviera conocimientos sobre esa práctica, que sepamos.
No es algo que nos haya sucedido como padres, pero una vez mi sobrina dibujó al “hombre en su habitación” del que siempre le hablaba a sus padres. Tenía los ojos de distintos colores, uno de ellos era gris. Cuando le preguntaron por qué tenía un ojo de ese color, ella respondió: “Porque con él puede ver si se avecina una tormenta”.
Mi hermana le contó a mi abuela con lujo de detalles lo que había en un edificio antes de que ella naciera. Era muy pequeña en ese momento.
Ya lo he publicado antes, pero a mi madre le encanta contar sobre aquella vez que pasamos por el cementerio cuando yo era pequeño y exclamé: “¡Allí es donde te envían si traicionas al rey!”.
Cuando nuestro hijo de nueve años tenía tres, le dijo a su madre mientras jugaba en el arenero: “Ya era mayor cuando enfermé y fallecí, ¡pero ahora estoy como nuevo!”. Mi esposa le preguntó sobre el tema y él mencionó que solía ser una mujer mayor. Ya no recuerda haberlo dicho.
Cuando mi hija tenía cuatro años, me miró y me dijo: “Llevamos juntas tanto tiempo como el que has vivido en esta Tierra, pero yo estoy aquí hace mucho más años que tú”. Poco después de que mi madre falleciera yo no la estaba pasando muy bien, así que ella se acercó y me dijo: “El tiempo corre de forma distinta en el más allá; lo que para ti es una vida entera para tu madre es solo un parpadeo”. Acababa de cumplir siete años en ese momento.
Cuando mi hermana tenía unos cinco años, me dijo: “Solías ser productor musical en Finlandia, pero no puedo decirte cuál era tu nombre porque es algo que te haría mucho daño”.
Me extrañó que supiera lo que era un productor.
Cuando mi hijo tenía unos tres o cuatro años y estaba cansado o se ponía de mal humor, decía: “Quiero irme a casa”, lo cual era muy extraño considerando que ya estábamos allí. ¿Es posible que estuviera recordando su vida pasada?
Eso me asustaba un poco por lo que siempre lo abrazaba mientras le decía: “Esta es tu casa ahora. Por favor, quédate con nosotros. Te amamos”.
Cuando mi hija era más pequeña, solía hablar sobre su “otra familia” de forma muy detallada, pero ahora lleva bastante tiempo sin mencionarlos. También me contó cómo se sintió estar dentro de mi vientre.
Estaba caminando por la calle con mi hija, que en ese momento tendría unos cuatro años, cuando de pronto señaló una casa y me contó que solía vivir allí con su hermana hasta que tuvieron que abandonar el lugar a causa de un incendio, y que su hermana se había ido al cielo.