25 Historias inquietantes que contaron niños sobre sus “vidas pasadas”, compartidas en este grupo online
Criar niños no es solo desafiante, gratificante y divertido. Dejando de lado todos los obstáculos y las dificultades que los padres padecen a lo largo del camino de la crianza, los niños les garantizan que tendrán cosas de las cuales reírse. Bueno, a veces no está claro si los adultos deberían reírse o asustarse de las cosas que los pequeños dicen. En especial cuando se trata de niños de tres o cuatro años hablando sobre los extraños eventos y experiencias que pueden fácilmente interpretarse como destellos de sus “vidas pasadas”.
El usuario de Reddit TapiocaTuesday les pidió a los miembros de esta comunidad que compartieran las memorias “pasadas” más aterradoras que sus hijos hubieran recordado en alguna ocasión. Y las historias llegaron de a miles. Elegimos algunas de las más extrañas, ¡así que cuéntanos qué piensas y comparte la tuya!
Más información en: Reddit
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Tenía un hermano que murió de cáncer cerebral. En ese momento teníamos un gato calicó, que de alguna manera sabía que mi hermano estaba luchando contra algo. Era muy arisca con la mayoría de las personas, pero con él era muy buena. Él la tomaba de las patas y ella se dejaba. Bueno, más o menos después de tres años que falleció, mis padres tuvieron otro bebé. Otro varón. Cuando tenía tres años les contó a mis padres acerca del gato blanco, marrón y negro que se dejaba agarrar de las patas. El gato había fallecido un año antes de que él naciera.
Los niños tienden a hablar sobre un montón de cosas pero algunas de ellas te pueden poner la piel de gallina. TapiocaTuesday preguntó: “Padres, ¿qué recuerdo de una 'vida pasada' les contaron sus hijos?”. Recibió más de 13 mil comentarios: desde los trabajos que hicieron antes de morir, pasando por las “otras madres” que tuvieron, hasta vivir en otros países y cosechar arroz. El doctor Jim Tucker, director de Estudios de Percepción en la Universidad de Virginia, se enfoca en casos de niños pequeños que recuerdan cosas de sus vidas anteriores. Publicó un libro sobre el tema donde expone que los niños entre las edades de dos a cinco años tienden a hablar sobre las memorias de vidas pasadas, que afirman haber experimentado. Les aconseja a los padres que no los presionen para que den más información ni que les impidan hablar de ello. A medida que se realizan los estudios, los niños continúan asustando a sus padres de igual forma. Si quieres más historias extrañas, mira algunas de las cosas misteriosas e inexplicables que les sucedieron a estas personas.
Mi hijo del medio solía hablar de que tenía una madre diferente antes que yo. Me decía que ella era rubia y que parecía buena pero no lo era. Lo comentaba de la nada e incluso solo se ponía un poco emotivo cuando me decía que, cuando estaba con ella, él no tuvo la oportunidad de crecer. Dijo que me eligió para ser su madre porque yo lo dejaría crecer y envejecer. Cuando me lo decía, parecía como si lo estuviera reconfirmando. Me solía preguntar, “¿De verdad, mamá? ¿Puedo crecer esta vez?” A veces me dejaba realmente entristecida.
Mi hijo una vez me dijo: “Mami, cuando yo era grande y tú pequeña, recuerdo que solíamos bailar en la cocina.”
La única persona con la que alguna vez bailé en la cocina fue con mi abuelo.
Mi hija, cuando tenía tres años, solía hablar todo el tiempo acerca de un amigo imaginario. Decía que era grande y divertido, y pasaba mucho tiempo jugando con ella. Un día, mientras escaneaba fotos viejas, tenía una foto de mi padre sobre la mesa, y ella me dice: “Ey, ¿dónde encontraste una foto de mi amigo?”.
Instantáneamente me bajaron escalofríos por la espalda. Mi padre murió en esta casa, hace unos quince años, y ella jugaba en la habitación que solía ser su oficina.
Con cautela, le pedí que me contara más acerca de su amigo, y ella, sin pensarlo, me dijo que hablaba raro. Los escalofríos me dejaron congelada porque mi papá era de Australia y jamás perdió su acento.
Mi hermano pequeño, cuando tenía unos tres o cuatro años, dijo que estaba en la jungla salvando a los animales y un día tuvo que decidir si se quedaba con ellos o venía a vivir con nosotros. Nos eligió a nosotros, pero le recordó a mi madre que no podía quedarse para siempre. Solo por un ratito.
Falleció en enero a los veintiséis años.
Cuando tenía cuatro años, mis padres y yo visitamos la granja de mi tía. El viento empezó a soplar y miré hacia atrás donde estaban mis padres y les dije, “Tengo que atar los fardos de heno por el viento. Así es como murió David.”
Incluso hoy no tengo idea quién es David.
Mi hermano pequeño dijo, cuando tenía tres o cuatro años: “Cuando era un adulto, fui a la guerra y nunca regresé”.
Cuando mi hijo tenía cuatro años, pasamos un cementerio mientras conducíamos. Me preguntó si yo me acordaba de su muerte y dónde estaba enterrado. Le contesté que no y le pregunté a qué se refería con eso. Me dijo que había muerto, que estaba enterrado en un cementerio, y que en ese momento empezó a crecer en mi vientre. Se me erizó el cabello de la nuca cuando lo contó. Él no se acuerda de haberlo dicho.
Mi hijo mediano (de cinco años) lleva el nombre del abuelo de mi esposa.
Hace un par de semanas simplemente la miró y le dijo: “Recuerdo cuando eras pequeña y te sentabas en mi regazo”.
También una vez miró a mi suegra directo a los ojos (a los tres o cuatro años), le acarició el cabello y dijo, “Mi hija”.
Un colega tenía un hijo que, cuando tenía cerca de tres años, le contó que solía cosechar arroz y vivir en un lugar donde dos ríos se conectaban. Pudo nombrar esos ríos, y ella los encontró en un mapa en el este de Asia. Increíble.
Cuando mi hija tenía cuatro años, nos contó que solía ser mi abuela. Me gustaría creer que es verdad porque, cuando estaba embarazada de ella, solía soñar seguido con mi abuela.
No tengo hijos pero, antes de la pandemia, estaba cuidando al hijo de entonces tres años de una amiga, y el niño vio un gran barco militar y se le transformó la mirada, como desenfocada. “Me acuerdo cuando mi barco se hundió. Había tantos tiburones”. Me quedé sorprendido. Parpadeó, dijo: “¿Qué?”, y me empezó a hacer preguntas sobre el barco. Se lo mencioné a mi amiga, quien me comentó que “sí, a veces hacía esas cosas”.
Cuando mi sobrino tenía tres o cuatro años, mi hermana contó que él estaba haciendo una pataleta en el auto ,y, mientras estaba en su sillita, le gritó de golpe: “¡Esperé cien años para nacer!”.
Mi hermano menor nació justo después del 11 de septiembre. Una vez cuando era pequeño, hablaba mucho sobre cómo solía trabajar en un edificio alto, y usaba traje y corbata. Les puso los pelos de punta a mis padres.
Mi mamá me contó que cuando tenía tres o cuatros años grité cuando pasamos por al lado de un viejo Volkswagen escarabajo azul. Le dije que estaba en ese auto cuando morí. Aparentemente hacía mucho calor, y “tenía un bebé en el vientre”.
Mi hijo tenía tres años en ese momento.
A la hora de dormir, me dice, “Mamá, una vez me agarraron los hombres malos y me llevaron en su auto”.
Y yo me quedé sorprendida.
Y continuó con una historia acerca de estar encerrado en una habitación y tener hambre, y que yo no podía encontrarlo. Los hombres malos se salieron con la suya y nunca lo encontraron.
Esa m*erda me aterrorizó tanto y todavía me asusta. Lo abracé tan fuerte esa noche.
Según mi padre, cuando tenía alrededor de cinco años, estaba mirando a través de la ventana durante una fuerte tormenta con truenos. Cuando me preguntó qué estaba haciendo, le contesté: “¿Dónde caen las bombas? ¿Ya terminaron?”. Crecí en Alemania, y mi abuelo solía alertar a la ciudad de las próximas redadas. Mi abuelo murió tres días antes de que yo naciera, y a los cinco años yo no tenía idea sobre la guerra, o sobre él. Realmente asusté a mi padre en ese momento. Cuando me quiso hacer más preguntas ya me había olvidado del tema.
Mi sobrino, de unos dos o tres años, solía hablar de “su otra madre” y ponía cara de confusión cuando le pedías que se explayara. “Ella no está aquí ahora”.
Aparentemente, cuando era muy pequeño, alrededor de tres años, le dije a mi mamá que esa sería mi última vez aquí, que no iba a volver.
Mi hija solía referirse a mí como su “nueva mami”. Entonces, a medida que su vocabulario crecía, me dijo: “Eres mi nueva mami, pero no pasa nada, me caes bien”. Y otro día: “Eres mi nueva mami. Tenía dos hermanos, pero murieron, pero no pasa nada porque me caes bien”. Nunca más volvió a mencionar a su familia “verdadera”. La última vez que los nombró fue cuando tenía tres o cuatro años.
Cuando tenía tres años, mi hijo nos contó que recordaba haber sido piloto de helicóptero en Vietnam. Esto fue en 1998.
No creo en lo paranormal. Soy una persona bastante racional. Tengo diplomas en ciencia y medicina, y tengo los pies sobre la tierra. Pero desde que era niño, tengo el recuerdo de estar saliendo por la puerta trasera de un club y no poder mantenerme derecho (quizás estaba muy ebrio o drogado); me caí por las escaleras, me golpeé la cabeza en el callejón y me morí. Tenía alrededor de diecinueve años; era delgado, tenía cabello largo y rubio, tenía puesta una campera de cuero de color marrón rojizo. Recuerdo las luces de neón, las escaleras, la puerta por la que salí, incluso el interior. Podría pintarlo de manera exacta si tan solo tuviera el talento.
¡En fin! Hace dos años, fui de vacaciones a Budapest y, mientras exploraba los bares con mi esposa, ¡ENCONTRÉ EL M*LDITO CALLEJÓN! Fue gracioso porque, un rato antes, le comenté a mi esposa que había algo en Budapest que se sentía “como en casa” y familiar, y que yo estaba extrañamente a gusto allí, como si nunca me hubiese ido.
Pienso en esto bastante seguido.
Estaba mirando un video viejo de un baterista de jazz haciendo un solo. No tenía idea de quién era, pero era muy bueno. Mi hija, probablemente de tres años, estuvo mirando también por encima de mi hombro por un rato y luego dijo: “Así solía tocar la batería cuando era un hombre”.
Esto me lo contaron mis padres. Cuando tenía seis años, más o menos, mi papá estaba mirando un documental sobre la guerra y hablaban de un tubo. Entonces le dije: “¿Se refieren al tubo de cuando yo era un adulto?”. Mi papá me pidió que le contara más al respecto, y le expliqué que “otra persona y yo nos colocamos dentro de un tubo con un cuchillo, y la tarea era matar a la otra persona, pero me clavaron un cuchillo en el pecho”. Me cuenta que todavía le quita el sueño por la noche.
Ni bien comencé a hablar (a los dos años), solía contarles a mis padres sobre mi familia “en la luna” y sobre cómo viví con ellos hasta que dije una mala palabra y entonces me enviaron a la Tierra. Caí en un arbusto donde mi mamá hizo una ensalada con las hojas y así es como nací yo.
Volvía loca a mi madre cuando le señalaba que ella hacía cosas diferentes a como las hacía mi mamá de la luna.
Soy muy apasionado, por la metafísica y, la parasicologia; suelo recordar, muchos detalles de mi infancia. Recuerdo cuando me encontraba, en una casa con mi madre; visitando a una señora mayor o, supuesta pariente. dicha señora, tenía sus pies descalzos y, Lucia unos "follones" de paño largos; me extasiaba, al mirar un "duendecillo"que se posaba; a su lado mientras ella, estaba sentada, en el piso preparando la comida. En un fogón de carbon donde cocinaban, las mujeres de aquella época. en la época actual, " a mis 40 años, solía soñar; con ciertos hechos o, recuerdos de vidas pasadas. En cierta ocasión, lloraba mucho al llegar a mi casa; y, no encontar a mi madre, de mi vida pasada. la que supongo que había fallecido, en mi ausencia. En otra visión, o, destello recordaba; haber tenido dos niñas "rubias" a quienes les ordenaba, salir al encuentro de su padre. Quien llegaba de su trabajo. "y, así por el estilo, siempre tengo esos flash; o, recuerdos de mis vidas anteriores".