Este técnico de electrodomésticos comparte las historias más raras y NSFW que ha visto en casas de clientes
Vale que un técnico de electrodomésticos no está en el top 10 de trabajos peligrosos, pero quizá sí lo está en el de trabajos entretenidos. ¿No nos crees?
Bueno, este técnico de electrodomésticos ha revelado en Imgur lo interesante que puede ser la vida mientras trabaja. Su hilo aún en desarrollo "historias del trabajo de un técnico de electrodomésticos" comparte algunas historias extravagantes pero reales que ha vivido en casas de sus clientes. Desde encontrar enormes animales en un congelador a una casa con tantos gatos que rompieron la lavadora, este hombre ha visto de todo. Aquí debajo puedes leer algunas historias curiosas y votar tus favoritas.
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Un viernes por la tarde me llamó un hombre en pánico pidiendo que le arreglara cuanto antes el congelador. Tras cierto tira y afloja, que me ofreciera más dinero por venir fuera de horario y que explicara que en el congelador estaba la mascota de la familia esperando a que viniera el taxidermista, acepté arreglarlo. El congelador estaba en el garaje y no había que abrirlo para repararlo. Aliviado por esto, nos dejó solos para que trabajáramos. Mientras no estaba, la curiosidad pudo conmigo y lo abrí, y lo que había ahí dentro era una maldita llama entera. No sé cómo la consiguió meter ahí.
Fui a reparar una lavadora que debería estar bajo garantía. Cuando la señora me abrió la puerta, parecía normal, pero de su casa salía olor a gato. Me llevó por un pasillo y el olor a gato y a areneros era cada vez más fuerte. Abrió la puerta del cuarto de la colada, que era diminuto y la peste a amoníaco era como una patada en la yugular. Conté 11 gatos, y esos solo fueron los que se quedaron el tiempo suficiente para que los viera. Echo una ojeada rápida a la lavadora y está llena de pelo de gato. Le expliqué que esto no lo cubría la garantía y me dijo que adelante, que lo arreglara. Cuando terminé, se negó a pagar. Solo tardé una hora, pero no quería pasar allí más tiempo. Así que le dije que no tendría garantía hasta que pagara la factura y me fui.
Esta historia aún me hace reír. Tenía que ir temprano, a las 9 o las 10. Había hablado con el marido de la casa unos días antes para ir a arreglar la lavadora. Cuando llegué, llamé al timbre y escuché movimiento dentro. Esperé unos minutos y abrió una mujer con aspecto algo desarreglado. Me preguntó qué quería y le expliqué que venía a arreglar la lavadora. Parecía algo agitada, pero me dejó entrar. Tenía cara de pánico. Me llevó por un pasillo y se apresuró corriendo delante de mi tras una esquina. Cuando doblé la esquina y entré en el cuarto de la colada, la vi sacando su dildo de la lavadora y girándose para esconderlo tras su espalda. Tuve que hacer mi mayor esfuerzo para no reír mientras me explicaba farfullando cuál era el problema de la lavadora antes de que saliera corriendo de la habitación.
A menudo este problema se resuelve por teléfono. La mayoría de electrodomésticos van con un interruptor separado, así que o hay que darle al interruptor o alguien lo ha desenchufado. Esta pareja eran abogada y médico con una casa impresionante. Ella insistía en que la nevera estaba rota. Llego y no estaba enchufada. Ella se marcha avergonzada de la habitación y el marido agita la cabeza y me paga en efectivo sin apenas decir una palabra.
Esto fue inesperado. Un hombre llamó, me dio la información mínima sobre su nevera e insistió en que lo arreglara. Cuando terminé de hacerlo, apunté el modelo y el número de serie y le dije que lo cubría la garantía. Se asustó un poco y se puso entre la puerta y yo, insistiendo en pagar en efectivo y que no "apuntara la llamada". Tras discutir un poco, le digo que vale y acepto el dinero. De vuelta en la oficina, pregunto por la nevera. Resulta que estaba marcada como que había sido robada de la tienda. No sé si pasó algo después de eso. Di toda la información que tenía.
Esta ha sido la experiencia más terrorífica hasta la fecha. Estaba en un cuarto trasero de la colada trabajando en una secadora. Escuché sirenas en el exterior, pero no pensé nada raro, porque estaba en una zona no muy buena de las afueras. Lo siguiente fue que la policía estaba dentro gritándome que me tirara al suelo. Cooperé y mantuve mi cabeza abajo. Registraron el resto de la casa, vuelve uno de los policías y le dice al que me está esposando que no hay nadie más en la casa. En este punto estoy asustado, pero todo estaba lo bastante calmado como para que me escucharan. Explico por qué estoy ahí. Por desgracia, mi furgoneta estaba aparcada al otro lado de la calle, así que tuve que convencerlos. Me quitaron las esposas y me dijeron que en esta casa se vendían drogas. Me tomaron declaración y me dejaron marchar. No hace falta decir que no me pagaron por esa reparación.
Empecemos con una aburrida. Esto es muy común. A las secadoras se les atasca el tambor con los alambres de los sujetadores. Así que se lo hago saber, no hay problema. Pero cuando se lo explico, la mayoría de mujeres se muestran muy avergonzadas.
Esto fue incómodo. Estaba en una casa bonita de un buen vecindario, arreglando la lavadora en el cuarto de baño de un piso de arriba. Estaba a media reparación, y por suerte, de rodillas en el suelo, bastante centrado en la máquina. Alguien vino detrás de mi y no miré porque no dijo nada. Practicamente se puso detrás de mis piernas y se sentó en el retrete. Comenzó a hacer pis. En este punto me quedé quieto y no miré. Ella terminó, se levantó y se fue. Sin lavarse las manos, por cierto. Cuando se iba, miré por encima del hombro y vi que estaba totalmente desnuda. Creo que era la hija, ya que la madre era quien me había abierto la puerta. Creo que la chica tenía una enorme resaca. No la volví a ver.
Esta señora, por Dios, esta señora. La 1ª vez que fui a su casa era cierto que había que reparar algo y ya estaba siendo demasiado amigable. Es muy molesto que te hagan preguntas sin parar mientras trabajas. Pueden hablarme sin más y yo les ignoro. De todas formas, ella tenía 40 y tantos años, creo, y de ningún modo tenía mal aspecto. Volvió a llamar pidiendo que fuera a echar una ojeada a su nevera, ya que aún iba rara. Esta vez llevaba ropa bastante ceñida. Nada excesivo, pero definitivamente intentaba presumir de figura. Compruebo la nevera y veo que todo está bien, ella me dice que debe haber oído cosas, otra vez siendo excesivamente amigable.
La siguiente semana volvió a llamar y pidió que fuera yo expresamente a comprobar otro aparato distinto, diciendo que hice un buen trabajo. Esta vez era la lavadora. Al abrirme la puerta llevaba ropa muy reveladora, y entonces me doy cuenta de lo que pasa. Me enseña la lavadora, me toca más de lo necesario y se mete en mi espacio personal mientras me muestra de dónde salen los ruidos. Se quedó en el cuarto comprobando por si acaso mientras revisaba la lavadora. Se agachaba mucho y yo mantuve las distancias lo mejor que pude y me fui. No le hice nada a la lavadora.
La siguiente semana volvió a hacerlo. Volvió a pedir que fuera yo, y claro que fui (la mujer paga la factura felizmente siempre que voy). Esta vez llevaba pantalones demasiado cortos y la parte de arriba de un bikini. Me dice que la pillo justo antes de ir a nadar (porque tiene piscina, claro). Me muestra la secadora y me cuenta el problema. Luego se va un momento y vuelve con la parte de abajo del bikini, que deja muy poco a la imaginación. Monto la secadora de nuevo, le digo que no le pasa nada y me levanto para irme. Me pregunta si me gusta su bañador y le digo un cumplido (desde luego se lo merece), me ofrece una bebida y que vaya a nadar con ella o me quede. Le dije que tenía más llamadas que atender y me largué. No volví a saber de ella.
Esto fue incómodo. Fui a arreglar un horno y me abrió un hombre de mediana edad y relativamente normal. Entré en la casa y tenía esta zona abierta que combina cocina y sala de estar. Vi una mujer desnuda sentada en el sofá, así que me paré, le miré y él me miró confundido, hasta que se dió cuenta y se rió. "Oh, no te preocupes, no es de verdad". Aliviado, me reí un poco y seguí hasta la cocina. Tras explicarme el problema, desapareció y volvió a la sala de estar para seguir vistiendo a su muñeca. Le hablaba mientras lo hacía, pero no pude escuchar nada de lo que dijo. Terminé, le di la factura y me fui.