10 Personas comparten las cosas inexplicables más aterradoras que les sucedieron
A menudo, la vida real es igual de rara (o más) que la ficción. Creo que muchos de ustedes, Pandas, estarán de acuerdo en que varios de nosotros tenemos, al menos, una historia sobre algo increíblemente raro y hasta aterrador que nos sucedió. Algo que no podemos explicar. Algo… que nuestras mentes racionales no pueden comprender… Puede que nuestros amigos nos escuchen, cautivados y sin aliento. Pero el hecho de que crean que estas historias realmente ocurrieron, como nosotros lo sabemos, es algo que está abierto al debate.
Falta solo una semana para Halloween, la noche más aterradora del año, y aquí hemos recopilado algunas de las historias más aterradoras que no pueden ser explicadas racionalmente, tal como fueron compartidas por estos usuarios de Reddit. Pandas: prepárense algo de chocolate caliente, tomen un tazón de golosinas de Halloween, arrópense en una manta caliente y apaguen las luces, ya que tenemos algunas historias de terror para contarles.
No olviden votar por las historias que les causaron escalofríos, queridos lectores. Y, si tienen alguna experiencia inexplicable que les haya ocurrido… algunos fantasmas misteriosos vendrían bien para la sección de comentarios.
En Bored Panda, queríamos saber más sobre por qué nos interesan tanto las historias de terror, por lo que me acerqué a Doug Murano, escritor y editor de Dakota del Sur, ganador del premio Bram Stoker y fundador de Bad Hand Books. “Sospecho que la mayoría de nosotros (independientemente de nuestras creencias religiosas) anhelamos algo más allá de esta vida. Parece que los humanos venimos preprogramados con este impulso”, dijo. Continúen leyendo para ver las opiniones de Doug sobre nuestra fascinación por el horror y sobre qué conforma una buena historia de miedo.
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Cuando tenía 6 años, tuve un gato llamado Buster. En realidad, Buster era el gato de mi padrastro, pero, como nunca había tenido un gato antes, lo declaré mío. Basta con decir que a Buster no le gustaba que un niño pequeño lo abrazara y lo mimara todo el tiempo, por lo que me odiaba. Además, como solía salir al exterior, era frecuente que pasara la mayoría del día fuera de casa y que solo volviera durante la noche.
Una noche, Buster no volvió a la casa. Solíamos darle de comer de noche, por lo que me preocupé. Además, nuestra zona era conocida por su abundancia de coyotes. Mis padres no decían mucho sobre la desaparición de Buster, y yo no sabía bien por qué. Esa noche, cuando estaba quedándome dormido, Buster saltó a mi cama. Se acostó al lado de mi cabeza y dejó que lo acariciara hasta que me quedé dormido. Honestamente, eso me sorprendió, porque nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, bajé triunfantemente las escaleras y les conté a mis padres que ahora Buster me amaba, ya que había dormido en mi cama durante la noche. Mis padres me miraron con curiosidad y me sentaron en la mesa para contarme que, cuando habían salido la noche anterior, encontraron el cuerpo de Buster en el callejón detrás de la casa. Parecía que él había sido atacado por un coyote. Y, como había muerto, era imposible que hubiese dormido conmigo esa noche.
Hasta el día de hoy, me gusta creer que Buster solo quería despedirse y agradecerme por intentar quererlo de la única forma en la que un niño sabía.
El escritor y director Doug cree que el amor por el horror y las historias de terror se relaciona con nuestro deseo de conocer más sobre el mundo que nos rodea, aquello que se esconde de lo que podemos captar con nuestros sentidos. “Mucha de la ficción especulativa y de terror lidia con la muerte y con lo que sucede después de que morimos, por lo que no puedo evitar creer que el interés por ese tipo de historias es, en gran parte, una expresión del anhelo por las experiencias y las existencias más allá de nuestra percepción”, le contó a Bored Panda.
Doug tuvo la amabilidad de hablar sobre lo que separa a las historias de terror meramente aceptables y aquellas realmente buenas: las que se quedan en nuestras mentes durante años (y que, a veces, nos mantienen despiertos durante la noche, con miedo de levantarnos de la cama).
Las grandes historias de terror deben mantener un equilibrio fino: una sensación de algo verdaderamente inexplicable y a la vez un mundo y una narrativa con las suficientes respuestas como para montar la historia. La explicación excesiva mata el horror, y esa es la razón por la que el tiburón es más aterrador cuando sólo puedes ver una aleta, el alienígena asusta más cuando observa desde las sombras, y el asesino es más monstruoso cuando está enmascarado”, le dijo Doug a Bored Panda, al hablar sobre que el horror necesita ser sutil. El monstruo que conocemos, aquél que podemos ver, es el monstruo sobre el que podemos pensar racionalmente. Y eso es mucho menos aterrador que lo desconocido, lo que acecha y se mueve en la oscuridad.
Mis padres acababan de tener a su primera hija, Cathy, mi hermana mayor. Hasta ese momento, habían estado viviendo en Italia (porque mi papá era de la fuerza aérea), pero la trajeron a EE. UU. para que conociera a mis abuelos (los padres de mi papá). Durante su primera noche aquí, mi mamá dormía en la habitación del frente, y sufría de jet-lag. Mi papá había salido con sus hermanos. En el medio de la noche, una mujer entró a la habitación de mi mamá y la despertó. Ella se sentó en la cama y le dijo: “Silencio, ¡todo está bien! Solo quería darte la bienvenida a la familia”. Obviamente, mi mamá estaba asustada, pero comprendió que ella era un familiar o un amigo de la familia que estaba de visita. La mujer se acercó al moisés donde dormía mi hermana bebé: “¿Esta es tu hija?”. Mi mamá asintió. “¡Es hermosa! Es un placer conocerlas a las dos”. Luego, se fue. Mi mamá se levantó al día siguiente y, mientras desayunaba con mi abuela, surgió el tema. “¿Quién era la mujer que me visitó la noche pasada?”. Mi abuela no tenía idea de qué estaba hablando. Mi mamá le contó toda la historia y mi abuela le preguntó cómo era esa mujer. Mi mamá respondió: “Era alta, tenía un largo cabello blanco y llevaba un vestido azul”. La cara de mi abuela se volvió blanca como una sábana. Buscó entre algunas fotos viejas y sacó una. “¿Es ella?” le preguntó a mi madre, quien asintió. “¡Esa es MI madre! Lleva 20 años muerta, y la enterramos con un vestido azul”.
Me interesaba saber la opinión de Doug sobre cómo aprender a distinguir entre las historias de terror en línea que son verdad y aquellas que fueron exageradas (o, incluso, inventadas) solo con fines de entretenimiento. Sin embargo, Doug no cree que esta sea la forma correcta de observar las cosas. En cambio, lo mejor es disfrutar las historias a pleno, sin importar si son reales o una ficción. Una gran historia será genial independientemente de si se basa en hechos reales o si surgió de la imaginación de alguien.
“Mi experiencia profesional se limita a la ficción, pero diré esto: he visto suficientes maravillas y magia real en el mundo que me han hecho repensar si lo sobrenatural existe, y creo que eso es saludable. Quizás sea menos importante creer en cualquier historia que mantenerse receptivo a las experiencias, abriendo tanto la cabeza como el corazón para creer”.
En la universidad, salía con una chica que vivía a tres horas de distancia. Solíamos viajar los fines de semana: uno lo pasaba yo en su colegio, y otro lo pasaba ella en el mío. Un día, se enojó porque había conducido todo el camino para verme, pero yo estuve en una sesión de estudio toda la noche (de la que ella sabía) y no pude volver a casa para verla. Me envió un mensaje de texto para decirme que regresaría a su hogar y que nunca volvería a oír nada de ella. Después de tres días en los que le envié mensajes para saber si se encontraba bien, los mensajes comenzaron a ser enviados de vuelta como “número no encontrado”. Le envié por correo las cosas que había dejado en mi apartamento, pero fueron devueltas porque “no había dirección de envío”. Su cuenta de mensajería instantánea (a la cual nunca le había enviado un mensaje, pero que conocía) estaba desconectada. Y todo se volvió aún más raro. Llamé al teléfono de línea de su apartamento y la gente que vivía allí me contó que se había mudado (vivía junto a 3 compañeros de piso), y que no había dicho a dónde se había ido. Me asusté mucho y le pedí a mis amigos, que trabajaban en la administración escolar, que me ayudaran a asegurarme de que estaba viva. La escuela a la que asistía no tenía ningún registro de ella como estudiante. La matrícula de su coche no estaba registrada bajo ningún nombre. Ninguno de nuestros amigos en común volvió a verla. Llamé a la policía, pero no sabían de ningún accidente de coche que pudiese haber ocurrido esa noche a lo largo del camino que separaba nuestros colegios y que involucrara a alguien con su descripción. Tampoco sabían de ningún accidente durante las dos semanas siguientes (no pregunté más allá de eso porque, para esa fecha, ella ya había desaparecido). Los policías no me dejaron reportarla como desaparecida porque yo no era un familiar.
Hasta el día de hoy, no sé qué ocurrió, ni por qué se enojó tanto conmigo. Tampoco sé si sigue viva, o si estaba en algún programa de protección para testigos, o si la desapareció algún mago malvado. Ella, literalmente, se esfumó sin dejar rastros.
No sorprende que las historias de terror, los eventos misteriosos y los cuentos sobre la oscuridad de la condición humana nos fascinen, tanto si son reales como ficción. Según Lee Chambers, psicólogo y consultor de bienestar del Reino Unido, puede que exista una explicación evolutiva para esto.
“Al considerar por qué el lado más oscuro de la humanidad en el entretenimiento es tan interesante, tenemos que observar el camino evolutivo de los humanos. Durante la mayor parte de nuestra existencia, fuimos presas y siempre tuvimos que ser muy conscientes de las amenazas a nuestra seguridad, lo que creó un sesgo de negatividad que nos atrae”, le dijo el experto en salud mental a Bored Panda, al entrar en detalle sobre por qué nos interesan tanto las historias de terror reales, al igual que la ficción sobre crímenes verdaderos.
En el mundo seguro y a menudo sanitizado de hoy en día, raramente nos sentimos amenazados, por lo que la oportunidad de consumir entretenimiento siniestro, aterrador y espantoso es una de las pocas formas en las que podemos visitar esa parte de la humanidad, sin dejar de estar seguros y cómodos. Hay algo de novedoso en ello, elimina el aburrimiento con rapidez y nos ayuda a descubrir nuestros límites emocionales, además de comprender las mentes de aquellos que van más allá de las normas sociales y de, potencialmente, aprender cómo podemos evitar ser sus víctimas. Estas historias también ofrecen un cierre, ya que la mayoría termina con el misterio resuelto y con el criminal llevado a la justicia”, le contó el psicólogo a Bored Panda.
Esto ocurrió tres veces, con tres personas diferentes.
Crecí en una casa de dos pisos en Filipinas. Arriba había cuatro dormitorios y una enorme sala de juegos. Cuando tenía unos 11 años, mi niñera y yo pasábamos el rato en la sala de juegos. Ella se fue al baño, yo me aburrí y bajé las escaleras para revisar la heladera. La oí salir del baño, y comenzó a gritar mi nombre. Luego del tercer llamado, se detuvo. Creí que se había dado cuenta de que yo estaba en el piso de abajo. Después de unos pocos minutos, la vi bajar las escaleras. Cuando me miró, se detuvo y me observó fijamente. Le pregunté qué le ocurría, y me dijo que acababa de verme en la sala de juegos, justo antes de bajar las escaleras. Ella estaba muy asustada, pero, no sé, yo no solía creer en estas cosas, así que solo me reí.
La segunda vez que esto sucedió, yo tenía 16 años, probablemente. Estaba en la habitación de mi hermano, ya que es el cuarto con la conexión a internet más rápida. Oí que mi hermano de 6 años (tengo dos hermanos) me llamaba y me buscaba. No le respondí, y solo esperé a que él me encontrara. Vi que entró a mi cuarto y, luego, se quedó en silencio. Creí que había perdido algo y que acababa de encontrarlo. Cuando salió de mi habitación y me vio en el cuarto de mi hermano, se detuvo y me miró tal como lo había hecho mi niñera. Le pregunté qué le ocurría y dijo: “¿Por qué hay otra persona igual a ti?”. Allí fue cuando me asusté y corrí hacia la habitación de mi mamá. Ella se rió, pero recuerdo que dormí en su habitación esa noche.
La última vez que ocurrió fue cuando tenía 20 años. Mis padres estaban de vacaciones con mi hermano más pequeño, por lo que mis otros hermanos y yo pasamos la noche en la casa de mis abuelos. Durante la primera noche, mi hermana y yo decidimos volver a casa para agarrar algo más de ropa. Ambos estábamos en mi habitación, ya que a ella le gusta usar mi ropa, y le dije que tomaría una ducha. Allí fue cuando ella se fue a su cuarto para guardar algunas de sus prendas. Fui al baño y comencé a cepillarme los dientes. Cuando estaba por meterme en la ducha, mi hermana entró en el baño y me miró de forma muy extraña. Su rostro se empalideció y le pregunté qué le ocurría. Me dijo que había regresado a mi cuarto y hablado conmigo, pero que luego tuvo que orinar y se dirigió al baño, donde me encontró. Los dos nos miramos, tomamos nuestras cosas y nos fuimos.
Todavía no sé qué es ni por qué ocurre, pero me asusta cada vez que pienso en ello.
El psicólogo Lee explicó que ver cosas malvadas en una pantalla y el hecho de que les ocurran a alguien más, y no a nosotros, incluso puede llegar a ser un tanto “reconfortante”.
“Intentar resolver el misterio y poner a prueba nuestro terror de una forma controlada puede llevarnos a una montaña rusa emocional. El permiso para explorar la maldad es algo poderoso, que raramente obtenemos de otra forma. En sí mismo, es algo sano y normal, en moderación”, señaló, al hablar de que las personas pueden usar estas historias para explorar los límites de su miedo.
Sin embargo, como la mayoría de las cosas en la vida, mucho de esto no puede ser bueno. “El desafío con el que nos encontramos es que consumir mucho de esto puede desensibilizarnos, y hacer que nos volvamos menos empáticos con el sufrimiento de los otros, más temerosos de nuestro propio entorno y, potencialmente, más propensos a ser agresivos. También, puede hacer que nos veamos afectados por experiencias negativas pasadas, lo que hace que manejar nuestro balance emocional sea más difícil y que se incrementen nuestros niveles de estrés. Así que moderar el consumo es algo que deberíamos tener en cuenta, incluso si nos volvemos adictos a la última serie de televisión que nos atrapó”.
Mis padres llevaban casados, quizás, un mes. Estaban profundamente dormidos en la cama cuando, de repente, mi mamá saltó y despertó a mi papá: “¡Jimmy! ¡Jimmy! ¡Hay sangre por todas partes! ¡Debemos ayudarlos! ¡Por favor!”. Mi papá hizo todo lo posible para tranquilizarla y entender de qué hablaba. Mi mamá le explicó que había visto un coche con matrícula de Alemania al costado de la ruta. Había ocurrido un accidente y necesitaban ayuda. Mi papá intentó consolarla… y explicarle que solo había sido una pesadilla, pero ella no le creyó. Así que, para calmarla, se subieron al auto y condujeron hasta el sitio donde mi mamá creía que el accidente había ocurrido. Y, efectivamente, en el lugar exacto que señaló mi madre, había un coche al costado del camino, con una matrícula alemana y con luces de emergencia prendidas. Al investigar más cercanamente, vieron que no había nadie en el auto. Si necesitaban ayuda, ya la habían conseguido.
El psicólogo Lee le contó a Bored Panda que la televisión moderna tiene “una amplia gama de ganchos psicológicos” incorporados para que nos mantengamos pegados a la pantalla. Las cosas como los momentos tensos al final de un episodio o la función de reproducción automática, para movernos fácilmente de un episodio a otro, crean las condiciones que hacen que queramos consumir más contenido. O, mejor dicho: que sea más fácil hacerlo.
“Ver lo último en programas de televisión no es algo malo: el entretenimiento puede ser una gran forma de relajarnos, motiva conversaciones importantes y nos ayuda a explorarnos por medio de otros. Vale la pena recordar que ver algo de televisión, como un extra en nuestras vidas modernas, es algo positivo. Pero, tan pronto como comienza a invadir el sueño, además impactar en lo que comemos y en la frecuencia con la que movemos nuestro cuerpo, comienza a alejarse de las cosas fundamentales para mantenernos en un estado óptimo como seres humanos”, dijo Lee, al comentar que debemos ser conscientes de cuánto tiempo pasamos delante de una pantalla, sin importar lo atrapante que pueda ser una historia.
Durante mis vacaciones de invierno en la universidad, trabajé en una pizzería de un pequeño pueblo. Era buen amigo de una pareja casada, que trabajaba algunos turnos ocasionales para complementar los ingresos de sus empleos regulares. Un día, estábamos hablando de historias aterradoras cuando me contaron que les había ocurrido una la semana anterior. La esposa había pasado la noche con su hermana en el campo, y una gran tormenta de nieve comenzó a caer. Las carreteras estaban resbalosas y la visibilidad era terrible cuando manejaba de vuelta a casa. En un momento, ni siquiera pudo ver el cruce del ferrocarril hasta que las luces comenzaron a titilar y la barrera casi chocó con su coche. Afortunadamente, ella patinó hasta lograr detenerse justo enfrente de las vías, antes de que el tren pasara con velocidad.
Cuando llegó a su hogar, ella todavía estaba asustada y le contó a su esposo que casi se había estrellado contra el tren y que la barrera casi chocó con el capó de su automóvil.
A la mañana siguiente, su esposo le dijo que quería mostrarle algo, y condujeron nuevamente hasta la casa de su hermana, donde se encontraba el cruce del ferrocarril.
Todo lo que había allí era un antiguo letrero de cruce. No había luces ni barrera.
“Si notas que comienzas a dormirte más tarde, a evitar socializar, comer y mantenerte en forma para hacerle compañía a tu televisión o sientes que te controla, entonces es hora de dar un paso atrás y construir una rutina en la que puedas controlar esto, sin dejar de disfrutar de tus series de televisión favoritas, en moderación. Incluso, puede ser muy divertido tomarse las cosas con más calma, ¡ya que juntamos emoción y anticipación para el próximo episodio!”. Por supuesto, este consejo puede aplicarse para el gusto por cualquier tipo de entretenimiento y actividades, y no solo para la televisión. Independientemente de cuánto amen las historias y el entretenimiento de terror, no olviden vivir sus vidas al máximo, Pandas.
Compartiré dos de las historias de mi mamá, que siempre me han asustado:
1: Cuando ella era joven, su abuela se encontraba mirando por la ventana hacia las puertas de la casa, que se balanceaban de un lado a otro (era un caluroso día de verano, sin viento). Mi mamá le preguntó qué observaba, y ella respondió que eran los ángeles quienes movían las puertas, ya que habían llegado a buscarla. Ella (la abuela) falleció esa noche.
2: Esta historia involucra a mi abuelo, que murió por un tumor cerebral antes de que yo naciera. Después de su muerte, mi abuela solía oír, todas las noches a la misma hora, unos fuertes golpes en la puerta principal. Pero, cuando se levantó para ver quién era, no había nadie allí. Ella creyó que podrían ser los niños del vecindario y no pensó mucho sobre ello, hasta que una noche a la misma hora volvió a oír los golpes y, luego, todas las fotografías enmarcadas en la pared se cayeron al mismo tiempo. Al día siguiente, fue a ver al sacerdote y, después de hablar un poco, se dio cuenta de que su esposo, que era tan ciego como un murciélago, había sido enterrado sin sus lentes. Por sugerencia del sacerdote, ella enterró los lentes al lado de su tumba, y los golpes cesaron.
¡Tomen estas historias como deseen!
Soñé que me estaban ahorcando y, cuando me desperté, hallé mis propias manos alrededor de mi cuello.
Me desperté de un sueño inquietante porque me dolían mucho las muñecas. Resulta que mi novio de ese momento tenía sus manos apretadas fuertemente alrededor de mis muñecas, ya que intenté estrangularlo mientras dormía. Él estaba intentando sacar mis manos de su garganta. Hasta el día de hoy, no sé ni recuerdo por qué lo ahorqué.
En resumen: intenté estrangular a mi exnovio mientras dormíamos.
A veces, cuando me voy a la cama, me despierto con cortes profundos en el cuerpo. Cada vez, aparecen en lugares diferentes: en el cuello, en la pierna, en el brazo. Noto la sangre seca alrededor de la herida y en mis sábanas.
Todavía no sé qué es lo que ocurre. Son solo mi cama y mis sábanas… y mis uñas están cortas la mayoría del tiempo. Tampoco soy sonámbula.