Esta cuenta de Twitter colecciona fotos de gatos en tiendecitas actuando como si fueran los dueños
Un gato de bodega es un gato que habita, como habrás adivinado, en una bodega, que es como los neoyorkinos llaman a las tiendas de conveniencia o delis.
Y estas bolas de pelo no están ahí solo para juzgar a los clientes mientras compran. No, también proporcionan comfort a los trabajadores tras soportar a clientes infernales, e incluso controlan las plagas, ya que previenen infestaciones de roedores y demás.
Bodega Cats es un proyecto en redes sociales dedicado enteramente a estos gatos tan trabajadores. La premisa es sencilla: Alguien ve a un gato de bodega en su hábitat natural, le hacen una foto y se la envían a la página. Los creadores eligen las mejores y las comparten con sus seguidores. El resultado es glorioso: una refinada colección de adorables fotos de gatos.
Más información en: bodegacats.nyc | Facebook | Instagram | Twitter
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Lo más interesante es que, técnicamente son ilegales. El departamento de salud e higiene de Nueva York los considera una "deficiencia general", ya que corren el riesgo de contaminar la comida. Hay multas de 300$ por la 1ª vez y de 2000$ y más por repetición.
"Cualquier animal cerca de la comida es una amenaza de contaminación. Desde ellos mismos a su pelo o excrementos podrían terminar en la comida, y eso es una violación del código de salud," explica Robert Corrigan, científico especializado en roedores, al The New York Times.
Sin embargo, muchos dueños de tiendas tienen gatos a pesar de la ley, porque los prefieren a las infestaciones de roedores, que también conllevan multa.
Urszula Jawor, de 49 años, procede de Polonia y es dueña de un deli. "Por la mañana la gata es muy perezosa, se pasa el rato durmiendo. Pero tras el mediodía está ocupada. Se pasa las horas persiguiendo a ratas y ratones."
Andre Duran tiene una tienda en Brooklyn y afirma que lleva 6 años con un gato y nunca fue multado. "Este es Oreo. Nadie se ha quejado de que hubiera pelo de gato en sus sandwiches, y si no estuviera aquí, te apuesto a que habría problemas peores que su pelo."
Corrigan está de acuerdo en que hay estudios que demuestran que el olor a gato en espacios cerrados puede alejar a los roedores, pero no le parece una forma aceptable de control de plagas, porque muchos de los parásitos y bacterias de las ratas pueden infectar a los humanos tras pasárselas al gato.