Por muy gratificante que sea, ser una celebridad de talla mundial también requiere muchos sacrificios, y uno de los mayores es el anonimato y la autonomía.
Van a la playa y ya hay un enjambre de paparazzi esperándolos en las dunas, que les hacen miles de fotos nada más llegar.
Con tantas fotos que les hacen a lo largo de su carrera, no es de extrañar que algunas joyas se cuelen.
Por eso, la cuenta de Instagram Best Of Vintage Style se dedica a buscar y compartir imágenes de famosos que solo han visto algunos de sus seguidores.
Sigue desplazándote para echar un vistazo a actores, cantantes, modelos y otros personajes conocidos desde ángulos que quizá te hayas perdido.
Más información: Instagram
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Princesa Diana, 1997
Freddie Mercury en Wembley, 1986
Sin embargo, por mucho que admiremos estas imágenes, según el doctor en psicoanálisis Ken Eisold, debemos desconfiar de la cultura de los famosos.
"La proliferación de famosos en nuestra cultura es relativamente reciente", afirma Eisold. "En el pasado, los escritores y los actores a veces se hacían célebres, conocidos, incluso famosos, pero rara vez era algo a lo que aspiraban. Un subproducto de un logro excepcional, por lo general, la fama era a menudo incómoda para la persona lanzada a la palestra".
"Pero el voraz apetito de los medios de comunicación por los contenidos es, sin duda, el principal motor de la cultura de la celebridad hoy en día. Además, ahora la celebridad se puede monetizar a través de promociones y testimonios".
Volver al futuro, 1985
Sophia Loren
Audrey Hepburn
"Entonces, ¿qué hacen por nosotros, aparte de distraernos momentáneamente de las malas noticias de accidentes y catástrofes, y de los problemas persistentes del desempleo, la paralización política, la corrupción, la guerra y el terrorismo?" preguntó Eisold.
"Bueno, sí, lo hacen, proporcionando distracción del constante bombardeo de malas noticias. Aparte de un ocasional "mal funcionamiento del vestuario", pocas cosas realmente terribles ocurren en la alfombra roja".
Grace Jones, 1981
Patrick Swayze, 1995
Sylvester y su esposa Jennifer Flavin Stallone
Sin embargo, el psicoanalista cree que el interminable desfile de celebridades en los medios de comunicación nos da una versión pretenciosa y apetecible de la desigualdad social.
"Los súper ricos son invisibles en sus comunidades cerradas y áticos, aviones privados, limusinas y complejos exclusivos. Sabemos que están ahí, aunque no los veamos. Los famosos, en cambio, están sobreexpuestos, aparecen y reaparecen en los programas de entrevistas, en la televisión nocturna, en las páginas de sociedad, en las revistas, etc. Tienen la atención asegurada", subraya.
Betty White
Barack y Michelle Obama, 1989
Patrick Swayze y Lisa Niemi Swayze
Cameron Diaz, 1991
"Aunque envidiemos el privilegio y la fama de los famosos, rara vez los admiramos o respetamos. Por el contrario, disfrutamos con sus locuras y payasadas", afirma Eisold.
"Sus aventuras y divorcios nos hacen sentir superiores. Sus bromas nos divierten y a menudo nos inspiran desprecio. Y también sabemos que la vida útil de los famosos es corta. Los nuevos famosos desplazan constantemente a los antiguos".