En los años 50 un artista tomó LSD durante un experimento, dibujando su retrato 9 veces y cada vez es más extravagante

El paciente se retiró a la cama, llegando a estar casi 2 horas tumbado mientras agitaba sus manos en el aire. Regresó de forma repentina y deliberada a sus quehaceres, cambiando, de nuevo, el material artístico por la pluma y la acuarela. «Esta será la mejor pintura, como el primero, sólo que mejor. Si no tengo cuidado perderé el control de mis movimientos, pero no lo haré, porque lo sé. Lo sé.» (esto luego lo repita muchas veces) El paciente ejecuta la última media docena de trazos mientras se desplazaba a un lado y a otro de la habitación.

El paciente vuelve a mover en la habitación, cruzando el espacio en variaciones complejas. Después de una hora y media retoma la actividad de dibujar, parece estar afectado por la droga. «Vuelvo a sentir mis rodillas, creo que está empezando a desaparecer. Este es un dibujo bastante bueno; este lápiz es poderoso difícil de sostener...» (sujeta a un crayón).

Un médico responsable observa: el paciente decide empezar dibujar con carbón. El sujeto del experimento reporta: «La condición normal... Todavía no siento ningún efecto de la droga»..

El paciente parece eufórico. «Te veo con claridad, con tanta claridad. Este... Usted.. todo es... Tengo algunos problemas para controlar el lápiz. Parece que quiere seguir adelante.»

El paciente parece muy enfocado en su labor de dibujar. «Los contornos parecen normales, pero muy vivos, todo está cambiando de color. Mi mano debe seguir el negro trazado de las líneas. Me siento como si mi conciencia se encontrara en las partes activas de mi cuerpo: mi mano, mi codo... mi lengua.»

El paciente parece agarrado por su bloc de papel. «Estoy intentando realizar otro dibujo. Los contornos del modelo son normales, pero ahora los de mi dibujo no. El contorno de mi mano también se está volviendo extraño. No es un buen dibujo, ¿verdad? Me doy por vencido. Lo intentaré de nuevo...»

El paciente rápidamente realiza otro dibujo. «Voy a hacer uno en un solo trazado... sin parar... una línea, ¡sin romperse!» Tras terminar el dibujo el paciente empieza a reír y de repente se asusta con algo en el suelo.

El paciente intenta subir a la caja de actividad y es en general agitado, responde lentamente a la sugerencia de dibujar un poco más. Era incapaz de pronunciar nada verbal. «Yo estoy... todo está... cambiado... ellos están llamando... su cara... entrelazadas... ¿Quién es...?» El paciente murmuró de modo inaudible (sonó como «Gracias por la memoria.»). Empieza usar la témpera.