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Mark y Jenny Ronsman tienen 39 años y son de Wisconsin. Se compraron su casa hace 3 años y medio, y les dijeron que bajo el cuarto que usan como oficina había una bañera jacuzzi escondida. Sin embargo, nunca tuvieron tiempo para ponerse a mirar, hasta que llegó la cuarentena y se encontraron con más tiempo libre. ¡Aquí tienes una entrevista con la pareja!

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Image credits: Mark Ronsman

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La antigua dueña, una anciana, les habló de la bañera, y que la cubrieron hace años por falta de uso con la edad, así que convirtieron el cuarto en oficina. Incluso les enseñó una foto antigua con la bañera llena de agua y de gente, pero no se veía bien. «Me quedé realmente alucinado y encantado de que algo tan bonito estuviera en mi casa. También les estuve muy agradecido a los antiguos propietarios, que tuvieron buen cuidado al cubrirla para que pudiera deshacerse sin problemas,» cuenta Mark.

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Cuando Mark y Jenny se mudaron, una de las primeras cosas que hicieron fue quitar la moqueta sobre el tesoro oculto. La bañera tenía azulejos preciosos y era profunda. «Suerte que estaba en buen estado, los azulejos son muy bonitos. Tras quitarle la cubierta, retiré todo el material para nivelar que pusieron en los bordes. Luego le añadí una capa de sellador en el suelo de piedra. Y después pasamos horas blanqueando la lechada y desinfectando la bañera. También pusimos tiras aislantes en las puertas para sellar el aire, y finalmente pusimos un sistema de seguridad en el cuarto. Tenemos una niña pequeña y no queremos preocuparnos de que caiga dentro.»

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Ahora al fin tienen tiempo de arreglarla para que funcione de nuevo. «Siempre fue nuestra intención arreglarla, pero no estaba en nuestra lista de máximas prioridades hasta la cuarentena, entonces fue cuando empezamos a esforzarnos en su restauración. Pedimos una segunda opinión a un especialista en jacuzzis y planeamos cambiar al menos una de las bombas de agua por razones de eficiencia energética. Con la diferencia de consumo de energía, esta nueva bomba se pagará sola en menos de un año. Así que esperamos terminar el trabajo en cuanto sea posible.»

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“Yo soy ingeniero de sistemas informáticos y mi esposa es profesora en la universidad. Tenemos una hija de 5 años. La anciana que nos vendió la casa nos dijo que para ella era importante vendérsela a una familia agradable. Nuestra familia política vive cruzando el patio, en la calle siguiente, y a la antigua propietaria le encantó eso, lo cercana que estaría nuestra familia.»

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